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martes, 28 de agosto de 2007

Genesis

Jesús!
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y El Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reinado no tendrá fin.
Lucas 1: 32,33

domingo, 26 de agosto de 2007

LA FE INTRODUCCIÓN


LA «FE» QUE EN VERDAD SALVA
Por Les Thompson
La justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito, mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1.17).
INTRODUCCIÓN
El buen pedagogo siempre se pregunta: « ¿Cómo puedo darle vida a un concepto abstracto?» En este caso el concepto es «la fe que salva», y lo que se pretende es hacer vivir lo que esa fe tan peculiar y especial es en verdad. Con este motivo escogí a uno de los personajes históricos más controversiales de uno de los períodos más convulsionados de la historia, para ejemplificar no solo la búsqueda de esa fe que salva, sino también mostrar sus efectos y consecuencias. El personaje es Martín Lutero y la época es el siglo dieciséis. Su importancia se evidencia mediante la siguiente anécdota: «El decrépito mundo medieval llegaba a sus últimos suspiros.
Veámoslo.Lutero tuvo que ver, significativamente, con el bienaventurado descubrimiento de cuál es la verdadera fe que salva. Este encuentro de Lutero no solo transformaría su vida personal, sino que también serviría como base principal para la gran Reforma del siglo XVI. El mundo entero, tanto religioso como político, se vería afectado por consecuencia

LA FE

LA «FE» QUE EN VERDAD SALVA
Por Les Thompson
La justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito, mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1.17).

Efectivamente, el problema de Lutero era que creía en la iglesia, seguía a la iglesia, confiaba en la iglesia y reposaba su fe en la iglesia. Creía —junto a sus amigos, profesores y pueblo cristiano en general— en las fórmulas y prescripciones que desde su niñez había aprendido. Entró a la torre creyendo de corazón que «la iglesia lo llevaría a Dios y al cielo».
Ahora en la torre universitaria solo tenía una Biblia. Sobre ella posó su vista en intensa concentración. Escudriñó el sentido del apóstol donde dice: «No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, porque en el evangelio la justicia de Dios se revela...» y en esa última frase se detuvo. No comprendió cómo el apóstol pudo reunir bajo un mismo sentido «el evangelio» y la «justicia de Dios». A su memoria vino una frase de los Salmos que al enseñarla igualmente le había dado que pensar: «Líbrame en tu justicia». En aquella ocasión se había preguntado: « ¿Cómo puede la justicia traer libertad?»
Toda su vida asoció la justicia de Dios con los juicios temibles del Altísimo. Así se lo enseñaron tanto en la universidad como en la iglesia y en el monasterio. Aun ya como doctor en teología se sentía pecador, y esa palabra justicia todavía lo llenaba de terror e incluso con cierta hostilidad hacia Dios que no consideraba al pecador con misericordia. Se decía: « ¡Ciertamente, si Dios es justo yo, Martín Lutero, estoy condenado!» No entendía cómo san Pablo podía unir los juicios de Dios con el evangelio. Se preguntaba: « ¿Cómo puede el juicio de Dios ser una buena nueva?»
Su idea era que Dios mostraba su justicia castigando a los pecadores cada vez que hacían mal. Por tanto, la única manera en que un pecador podría escapar a esa justicia era haciendo todo lo que Dios le pidiera —de ahí la necesidad indispensable de obras meritorias, para evitar el castigo. Dice Febvre:
Había intentado cientos y miles de veces alcanzar el puerto por sus propios medios. Purificar su alma; aplastar en ella las fuerzas malas; transformarse de pecador en hombre justo... la experiencia, una experiencia cruelmente adquirida, le demostraba que todas sus tentativas para «merecer» la salvación terminaban para él en lamentables fracasos.

Siguiendo esa línea de pensamiento, Lutero hacía gimnasia con el texto de Pablo. No entendía que «solo Dios es capaz de suprimir el abismo proyectándose hacia el hombre, rodeándolo de un amor eficaz, de un amor que, penetrando a la criatura, la regenera y la eleva hasta el Creador».
En medio de esa lucha, una luz prendió en su mente: «Eso que pensaba y me enseñaron no es lo que dice san Pablo —se dijo—. El apóstol enseña que el hombre recibe justicia por un acto forense de Dios a su favor, y no por lo que el hombre mismo haga en su propio favor».
Lutero entendía que San Pablo no se refería aquí a una justicia punitiva; lo que dice es que hay una justicia divina que puede absolver totalmente al culpable. El apóstol se refiere a las gloriosas nuevas del evangelio: ¡Dios envió a Cristo Jesús al mundo para pagar en la cruz la pena del pecado! Jesús, como sustituto que recibe el juicio merecido por el pecador, ahora puede cubrirlo con la santa justicia que viene de él. ¡Por eso —para ser sustituto de los pecadores— murió Jesús! ¡Los que están cubiertos por ese sacrifico ya no están bajo la justicia punitiva divina! ¡Están perdonados! ¡Libres!

LA FE (SEGUNDA PARTE)

LA «FE» QUE EN VERDAD SALVA (SEGUNDA PARTE)


Por Les Thompson
La justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito, mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1.17).

Lutero comprendió que la fe no es una mera creencia en una cosa cualquiera, es más bien el reconocimiento del pecador en cuanto a que la justicia de Dios fue cumplida totalmente por medio de Jesucristo cuando murió en la cruz. Allí satisfizo todas las demandas de Dios. No hay nada, entonces, que una persona pueda aportar o contribuir, no hay ningún mérito personal que pueda ofrecer para satisfacer las demandas justas de Dios.
El pecador jamás se salva por sus buenas obras. Solo por medio de esa muerte sustitutoria de Cristo es que Dios perdona y declara limpio al miserable pecador, y le da vida nueva, la vida eterna del Cristo resucitado. Así lo explica Lutero: «Cuando me di cuenta de esto, me sentí como si hubiera nacido otra vez. Las puertas del paraíso se me abrieron de par en par y yo entré. El resultado fue que desde ese momento, toda la Escritura tomó otra perspectiva para mí».
Aquel día, salió de la torre universitaria como un hombre nuevo. Las cargas de su propia pecaminosidad habían desaparecido por completo. Ahora su confianza estaba puesta solamente en lo que el Hijo de Dios hizo a su favor. Esa experiencia en la torre fue su gran momento iluminador.
Se comprende entonces que Lutero haya presentado siempre su «descubrimiento» en la torre como una revelación. El hombre que, de pronto, después de haberlo buscado tanto, encuentra el remedio supremo para los males que lo corroen; el hombre que concibe, con una fuerza irresistible, una verdad que, valiendo para él, le parece susceptible de uso y de aplicación común, ¿cómo podría creerse creador de la felicidad que siente descender sobre él? Tiene que tratarse de una revelación.

De ahí en adelante vería a la humanidad en una gran visión: de su caída en pecado por la trasgresión de Adán hasta su glorioso rescate por Jesucristo. Al fin comprendía que ¡solo por la fe puesta en lo que Jesucristo hizo a favor del pecador, y solo por esa fe, llega este a recibir el perdón de sus pecados! ¡Ese es el glorioso anuncio del evangelio: justificación solo por fe! Y ese es el estandarte, la bandera, el pendón del protestantismo. Añade Atkinson:
Durante unos mil años la iglesia se fue alejando cada vez más del evangelio que había determinado su nacimiento. Al permitir el enriquecimiento y el aumento de la corrupción, cesó en la práctica de entender el evangelio, y trocó sus derechos de nacimiento por el plato de lentejas de una institución poderosa, una filosofía semipagana y una teología semipelagiana.

En muchas ocasiones Lutero volvería a contar lo que descubrió aquel memorable día en la torre universitaria, ya que fue ello lo que fijó la base firme para la Reforma protestante del siglo XVI. Veamos:
Cuando era monje no pude lograr nada por medio de mis muchos ayunos y oraciones. Eso fue porque ni yo ni mis compañeros monjes... entendíamos el significado de pecado original ni tampoco sabíamos que la incredulidad también era pecado. Creíamos y enseñábamos que no importaba lo que hiciera una persona, nadie podía estar seguro del favor y la misericordia de Dios. Como resultado, mientras más buscaba yo a Cristo, más me eludía Él.

LA FE



LA «FE» QUE EN VERDAD SALVA (TERCERA PARTE)
Por Les Thompson
La justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito, mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1.17).
Cuando al fin entendí que solo era por el favor inmerecido de la bondad de Dios que uno podría recibir entendimiento y lograr la vida eterna, comencé a luchar ardientemente para comprender lo que decía san Pablo en Romanos 1.17 —la justicia de Dios se revela en el evangelio. Durante mucho tiempo (unos siete años) luché tratando de entender aquella frase. Pero las palabras latinas que traducían «la justicia de Dios» me entorpecían. La justicia de Dios ordinariamente se explicaba como la falta de pecado en Dios y la manera en que Él juzgaba a los pecadores. Todos (mis) maestros, con la excepción de Agustín, interpretaban la justicia de Dios como la ira de Dios. Así que cada vez que leía el texto pensaba que hubiera querido que jamás nos diera Dios el evangelio. ¿Cómo podía amar a un Dios, que estaba tan enojado con nosotros los hombres, que solo quería juzgarnos y condenarnos por nuestros pecados?
Por fin, con la ayuda del Espíritu Santo, pude considerar ese texto más cuidadosamente, y estudiar lo que el profeta Habacuc declara al decir: «Pero el justo vivirá por su fe» (2.4). Mi estudio me llevó a concluir que ese vivir nos viene por medio de la fe. Por tanto, llevé lo abstracto a lo concreto, como decimos en la escuela. Relacioné el concepto de la justicia con una persona que llega a ser justa. En otras palabras, una persona recibe la aprobación de Dios por medio de la fe. Al entender eso ¡se me abrió no solo la Biblia, sino el mismo cielo!

No puedo encontrar mejor conclusión para este ensayo que una cita del historiador Atkinson, en la que explica la importancia de Martín Lutero para la historia del cristianismo. La presento en la letra normal del texto para que sea leída con facilidad y claridad:
«Todo lo que Lutero hizo fue devolver el evangelio a los hombres, después de arrancar las corrupciones y los complementos (que la iglesia le añadió). No hizo ninguna innovación, pero lo renovó todo. Cuando se acuñó para él el nombre de “reformador”, se hizo la descripción correcta del papel que la historia le impuso. Lutero ... redescubrió y revivió la fe evangélica en Dios y en el mundo, y allí —en el lugar en que Dios lo había colocado— aceptó todo lo que el Creador hizo en mil quinientos años, buscando en un mundo cambiado y cambiante el verdadero evangelio, más que ideas humanas. A diferencia de otras grandes figuras de la religión, no necesitó pequeños milagros, sueños y visiones para conferir un dudoso apoyo a su mensaje. El alma de Lutero se salvó en su estudio, mediante un arduo y penoso trabajo de los textos bíblicos. Descubrió que la teología ofrecida por la iglesia no se ajustaba a la Biblia ni a la experiencia, ni al sentido común. Quería que todos los hombres vieran de nuevo —con mirada fresca— la obra de Dios para el hombre tal y como se recoge en la Biblia; que observaran los hechos por su cuenta, a la luz del sentido común; que verificaran por sí mismos si estos concordaban o no con su experiencia, así como que empezaran a darles sentido a sus vidas en aquella desnuda situación seglar en la cual y fuera de la cual Dios les llamaba. La peregrinación de Lutero fue como una invitación a todos los hombres a otra peregrinación semejante».

miércoles, 22 de agosto de 2007

Todo Lo Puedo En Cristo Que Me Fortalece

Hechos 4: 13,24,29 (Reina Valera 1960)
La Fuente Del Valor Está En DIOS.
« Versículo 13: MANTENER LA COMPAÑÍA CON CRISTO JESÚS.
En la presencia de Jesús no puede uno ser cobarde. Caminar con Jesús que es real. CRISTO ES REAL. He hablado con Él. Tengo compañerismo con Él. JESÚS está en medio nuestro. Jesús nos dice: Id y haced discípulos (
Mateo 28:19), y nos dice también: He aquí yo estoy con vosotros(Mateo 28:20). De allí viene el “denuedo”, que Cristo está con nosotros.
« Versículo 24: CONFIANZA EN DIOS NUESTRO PADRE:
Dios el creador del cielo y la tierra, y de todo lo que hay en ellos. Él controla todo. Dios nunca ha perdido. Él es soberano, Él es el conquistador. La fe no puede fallar nunca. Si no obramos con fe pecamos, Romanos 14: 23. Y el pecado no puede ganar cuando Dios tiene el control de nuestra voluntad.
« Versículo 29: ‘AYÚDANOS A NO TENER MIEDO DE HABLAR DE TI ANTE NADIE”.

“CONCÉDENOS TODO EL DENUEDO PARA HABLAR TU PALABRA”.
La respuesta a nuestra oración será: “La llenura del Espíritu Santo que nos dará las fuerzas para hablar con energía, con fortaleza y resolución la palabra de Dios.
El denuedo es la virtud del que gozan los siervos del Señor, que actúan como esclavos de Jesucristo.
El denuedo no es para los reyes, sino para los esclavos.
No hay denuedo cuando se está en pecado.
Nuestra oración será: Yo soy tu siervo, yo soy tu esclavo, “concédeme el denuedo”.
En el presente siglo XXI no hay lugar para los siervos cobardes. Sino para los que están firmes y convencidos de que El Espíritu de Dios los guía; así tendremos en nuestra iglesia a muchos voluntarios para predicar el evangelio de Cristo Jesús. Así sea, AMÉN.

Denuedo: Brío, Esfuerzo, Valor, Intrepidez, Energía, Determinación, Resolución, Fortaleza.
Denuedo: Es tener el valor de permanecer firme en El Señor Jesucristo ante la oposición.

martes, 21 de agosto de 2007

Virtud Mediante La Oración - Tercera Parte


Dios demanda no grandes talentos, ni grandes conocimientos, ni grandes predicadores, sino hombres grandes en santidad, en fe, en amor, en fidelidad, grandes para con Dios. Hombres que prediquen siempre por medio de sermones santos en el púlpito y por medio de vidas santas fuera de él. Estos son los que pueden modelar una generación que sirva a Dios.
De este tipo fueron los cristianos de la iglesia primitiva. Hombres de carácter sólido, predicadores de molde celestial, heroicos, firmes, esforzados, santos. Para ellos la predicación significaba abnegación, penalidades, crucifixión del yo, martirio. Se entregaron a su tarea de una manera que dejó huellas profundas en su generación y prepararon un linaje para Dios. El hombre que predica tiene que ser el hombre que ora. El arma más poderosa del predicador es la oración, fuerza incontrastable en sí misma, que da vida y energía a todo lo demás.
El verdadero sermón se forma en la oración secreta. El hombre --el hombre de Dios-- se forma sobre las rodillas. La vida del hombre de Dios, sus convicciones profundas, tiene su origen en la comunión secreta con el Altísimo. Sus mensajes más poderosos y más tiernos, los adquiere a solas con Dios. La oración hace al hombre, al predicador, al pastor, al obrero cristiano y al creyente consagrado.
El púlpito de nuestros días es pobre en oración. El orgullo del saber se opone a la humildad que requiere la plegaria. A menudo la presencia de la oración en el púlpito es sólo oficial: un número del programa dentro de la rutina del culto. La oración en el púlpito moderno está muy lejos de ser lo que fue en la vida y en el ministerio de Pablo. El predicador que no hace de la oración un factor poderoso en su vida y ministerio, es un punto débil en la obra de Dios y es incompetente para promover la causa del evangelio en este mundo.
Extraído de Poder por La Oración de E. M. Bounds

Muchas Gracias Hermano José Mori.
Apreciamos mucho el envío del artículo presentado.
El Dr. Mori es médico de profesión y un hermano valioso a quién apreciamos mucho.

Virtud Mediante La Oración - Segunda Parte


EL PODER POR LA ORACIÓN
PARTE SEGUNDA

Autor: E. M. Bounds

El sermón con su poder vivificador no puede elevarse sobre el hombre. Los hombres muertos producen sermones muertos que matan. Todo el éxito depende del carácter espiritual del predicador. Bajo la dispensación judía el sumo sacerdote inscribía con piedras preciosas sobre el frontal de oro las palabras: "Santidad a Jehová". De una manera semejante todo predicador en el ministerio de Cristo debe ser modelado y dominado por el mismo lema santo. Es una vergüenza para el ministerio cristiano tener un nivel más bajo en santidad de carácter y de aspiración que el sacerdocio judío. Jonathan Edwards decía: "Perseveré en mi propósito firme de adquirir más santidad y vivir más de acuerdo con las enseñanzas de Cristo. El cielo que yo deseaba era un cielo de santidad". El evangelio de Cristo no progresa por movimientos populares. No tiene poder propio de propaganda. Avanza cuando marchan los hombres que lo llevan. El predicador debe personificar el evangelio, incorporarse sus características más divinas. El poder compulsor del amor ha de ser en el predicador una fuerza ilimitada y dominadora; la abnegación, parte integrante de su vida. Ha de conducirse como un hombre entre los hombres, vestido de humildad y mansedumbre, sabio como serpiente, sencillo como paloma; con las cadenas de un siervo, pero con el espíritu de un rey; su porte independiente y majestuoso, como un monarca, a la vez que delicado y sencillo como un niño. El predicador ha de entregarse a su obra de salvar a los hombres, con todo el abandono de una fe perfecta y de un celo consumidor. Los hombres que tienen a su cargo formar una generación piadosa, han de ser mártires valientes, heroicos y compasivos. Si son tímidos, contemporizadores, ambiciosos de una buena posición, si adulan o temen a los hombres, si su fe en Dios y su Palabra es débil, si su espíritu de sacrificio se quebranta ante cualquier brillo egoísta o mundano, no podrán conducir ni a la iglesia ni al mundo hacia Dios.
La predicación más enérgica y más dura del ministro ha de ser para sí mismo. Esta será su tarea más difícil, delicada y completa. La preparación de los doce fue la obra grande, laboriosa y duradera de Cristo. Los predicadores no son tanto creadores de sermones como forjadores de hombres y de santos, y el único bien preparado para esta obra será aquel que haya hecho de sí mismo un hombre y un santo.


Muchas Gracias Hermano José Mori.
Apreciamos mucho el envío del artículo presentado.
El Dr. Mori es médico de profesión y un hermano valioso a quién apreciamos
mucho.

Virtud Mediante La Oración


El Poder Por La Oración
Autor: E. M. Bounds
Parte Primera:
Constantemente nuestra ansiedad llega a la tensión, para delinear nuevos métodos, nuevos planes, nuevas organizaciones para el avance de la iglesia y para la propagación eficaz del evangelio. Esta tendencia nos hace perder de vista al hombre, diluyéndolo en el plan u organización. El designio de Dios, en cambio, consiste en usar al hombre, obtener de él más que de ninguna otra cosa. El método de Dios se concreta en los hombres. La iglesia busca mejores sistemas; Dios busca mejores hombres. "Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan". La dispensación que anunció y preparó el camino para Cristo estaba ligada al hombre Juan. "Niño nos es nacido, hijo nos es dado." La salvación del mundo proviene de este hijo del pesebre. Cuando Pablo recomienda el carácter personal de los hombres que arraigaron el evangelio en el mundo nos da la solución del misterio de su triunfo. La gloria y eficiencia del evangelio se apoyan en los hombres que lo proclaman. Dios proclama la necesidad de hombres para usarlos como el medio para ejercitar su poder sobre el mundo, con estas palabras: "Los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él". Esta verdad urgente y vital es vista con descuido por la gente de nuestra época, lo que es tan funesto para la obra de Dios como sería arrancar el sol de su esfera, pues produciría oscuridad, confusión y muerte. Lo que la iglesia necesita hoy día, no es maquinaria más abundante o perfeccionada, ni nuevas organizaciones ni métodos más modernos, sino hombres que puedan ser usados por el Espíritu Santo: hombres de oración, poderosos en la oración. El espíritu Santo no pasa a través de métodos sino de hombres. No desciende sobre la maquinaria, sino sobre los hombres. No unge a los planes sino a los hombres: los hombres de oración.
Un historiador eminente ha dicho que los accidentes del carácter personal tienen una parte más importante en las revoluciones de las naciones que la admitida por ciertos historiadores filosóficos o políticos. Esta verdad tiene una aplicación plena en lo que se refiere al evangelio de Cristo, porque el carácter y la conducta de sus fieles seguidores, cristianizan al mundo y transfiguran a las naciones y a los individuos.
El buen nombre y el éxito del evangelio están confiados al predicador, pues o entrega el verdadero mensaje divino, o lo echa a perder. Él es el conducto de oro para el aceite divino. El tubo no sólo debe ser de oro, además tiene que estar limpio para que nada obstruya el libre paso de aceite, y sin agujeros para que nada se pierda.
El hombre hace al predicador, Dios tiene que hacer al hombre. El mensajero, si se nos permite la expresión, es más que el mensaje. El predicador es más que el sermón. Como la leche del seno de la madre no es sino la vida de la madre, así todo lo que el predicador dice está saturado por lo que él es. El tesoro está en vasos de barro y el sabor de la vasija impregna el contenido y puede hacerlo desmerecer. El hombre --el hombre entero-- está detrás del sermón. Se necesitan veinte años para hacer un sermón, porque se requieren veinte años para hacer un hombre. El verdadero sermón tiene vida. Crece juntamente con el hombre. El sermón es poderoso cuando el hombre es poderoso. El sermón es santo cuando el hombre es santo.
Pablo solía decir "Mi Evangelio", no porque lo había degradado con excentricidades personales, o desviado con fines egoístas, sino porque el evangelio estaba en el corazón y en la sangre del hombre Pablo como un depósito personal para ser dado a conocer con sus rasgos peculiares, para que impartiera al mismo el fuego y el poder de su alma indómita. ¿Qué se ha hecho de los sermones de Pablo? ¿Dónde están? ¡Son esqueletos, fragmentos esparcidos, flotando en el mar de la inspiración! Pero el hombre Pablo, más grande que sus sermones, vive para siempre, con la plenitud de su figura, facciones y estatura, con su mano modeladora puesta sobre la iglesia. La predicación no es más que una voz. La voz muere en el silencio, el texto es olvidado, el sermón desaparece de la memoria; el predicador vive.

Extraído de Poder por La Oración de E. M. Bounds

Muchas Gracias Hermano José Mori.
Apreciamos mucho el envío del artículo presentado.
El Dr. Mori es médico de profesión y un hermano valioso a quién apreciamos mucho.

EL HOMBRE INSTRUMENTO DEL ESPÍRITU SANTO


El Hombre, Instrumento Del Espíritu
Busca La Santidad En Todos Los Detalles De Tu Vida. Toda tu eficiencia depende de esto, porque tu sermón dura solamente una o dos horas pero tu vida predica toda la semana. Si Satanás logra hacerte un ministro codicioso, amante de las adulaciones, del placer, de la buena mesa, habrá echado a perder tu ministerio. Entrégate a la oración para que tus textos, tus oraciones y tus palabras vengan de Dios. Lutero pasaba en oración las mejores tres horas del día.
Robert Murray McCcheyne

martes, 14 de agosto de 2007

CRISTO EL CAMINO A LA ORACIÓN DE PODER


EL MISTERIO DE LA ORACIÓN:

1 Pedro 3:12 (Reina-Valera 1960)
12 Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal

El texto bíblico nos insta a conocer ¿quiénes son justos para Dios?
«Un justo es una persona que ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, y por medio de la sangre de Cristo sus pecados han sido perdonados y por esa sangre es convertido en la justicia de Dios en Cristo».
Dice el Señor, “Yo miro a los justos y escucho sus oraciones” Por eso: NO SE PUEDE ORAR SI NO SE ES JUSTO. Dicho de otro modo: “Uno para poder orar tiene que estar en el nivel de Dios”.
La oración es una comunión con Dios, conversar con nuestro Padre; y eso se logra si llegamos a estar en el mismo nivel de Dios. De otro modo, no hay relación. La Biblia nos enseña: “Sed Santos como Yo Soy Santo” 1 Pedro 1:15,16
Pero, eso no significa que lleguemos a ser como Dios para tener comunión con Él.; pero sí, debemos experimentar la justicia de Dios que se revela por fe y para fe, (Romanos 1:17). Debemos participar de su naturaleza justa y sin pecado, y ser sus hijos. Ser hijo de Dios es hallar gracia en sus ojos: “Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello. Escríbelas en la tabla de tu corazón; Y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres” Proverbios 3:3-4
Cuando ores piensa que Dios ya sabe todas tus necesidades, conoce tus angustias, nada le es desconocido para Él. La oración no es para comunicarle nada nuevo a Él. La oración tiene otro propósito, que nuestro clamor, nuestra súplica sea escuchada. Dios no responde a la necesidad, más sí atiende nuestra fe. Pues, si Dios atendiera la necesidad no habría ser humano en el mundo que viva en necesidad. Empero quiere ver a su hijo justo y oír su plegaria expresada con fe. Dios responde a la fe, mas no a la necesidad. Nos preguntamos: ¿Cuántos enfermos hay en el mundo? Y no son sanados por Dios aunque están en necesidad de sanidad. ¿Cuál es la diferencia? Dios está esperando que esa persona levante sus manos al cielo y extienda su fe al cielo y le pida a Dios en oración que lo sane.
¿Qué es la oración entonces? Es un instrumento de fe que permite a Dios intervenir legítimamente en la tierra a ruego de un hijo justo.
¿Porqué decir legítimamente si Dios es soberano y su actuar es siempre lícito?
Recordemos que Dios hizo al hombre con voluntad libre. Dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, Génesis 1:25. Y Dios respeta su creación; esa es la legitimidad en su actuar, no quebranta el atributo de la libre decisión de sus criaturas. Empero, el hombre desde un principio, usó mal esa autonomía y pecó abriéndosele sus ojos al bien y al mal. Por la desobediencia el hombre perdió su independencia y se entregó a la voluntad de Satanás su tentador. Y desde ese momento el hombre impío es gobernado por el maligno. Su libre albedrío ya no le es legítimo al haber sobrevenido la muerte en la relación inmediata con Dios.
Jesús nos rescató de esa situación de muerte y nos hizo justos por medio de su muerte en la cruz del calvario; haciendo legítima la comunicación con Dios por medio de la oración.
La condición de salvación nos abre la comunión estrecha con nuestro Dios y la oración nuestra tiene todo el poder de obrar milagros. Tenemos autoridad para representar a Dios en la tierra. Nuestros ruegos llegan a Dios con autoridad de que Él intervenga positivamente y se obren milagros y prodigios.
La Oración De Intercesión: Significa implorar a Dios para que intervenga a favor de otros que necesitan de su misericordia. Cuando la Iglesia ora por nuestra nación, por ejemplo, hace legítima la intervención de nuestro Dios a favor de nuestro pueblo.
La oración tiene por virtud restaurar la imagen y semejanza de Dios en el hombre justificado por la gracia divina de Cristo Jesús quien murió para remitir los pecados del impío arrepentido. Somos sacerdotes del pacto nuevo. Apocalipsis 1:6 “y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.
La restauración es completa, pues los atributos del hombre sin pecado comprenden la imagen y semejanza del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es la presencia de Dios de manera integral sobre el justo. Porque: Los Ojos Del Señor Están Sobre Los Justos, Y Sus Oídos Atentos A Sus Oraciones
AMÉN.

lunes, 13 de agosto de 2007

LA ORACIÓN VERDADERA


EL PODER DE LA ORACIÓN:
La ORACIÓN tiene PODER es una expresión que con frecuencia se escucha en las iglesias.
¿Cómo es que LA ORACIÓN tiene ese efecto en el hombre?
Es evidente que: ¡LA ORACIÓN VERDADERA CREA VERDADERO PODER!

"Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas." Marcos 11: 24 (Biblia de las Américas)

Este versículo tiene algo que ver con la fe de los milagros; pero yo creo que tiene mucha mayor relación con el milagro de la fe[1]
Cuando un hombre ora realmente, no se trata de si Dios le oirá o no. Dios debe oírle. No porque haya alguna compulsión en la oración, sino porque hay una dulce y bendita compulsión en la promesa. Como es el sublime y verdadero Dios, no puede negarse a Sí mismo. ¡Oh!, pensar en esto: que tú, un hombre insignificante puedas estar aquí y hablar con Dios, y a través de Dios puedas mover todos los mundos. Sin embargo, cuando tu oración es escuchada, la creación no es alterada; aunque las mayores peticiones sean contestadas, la providencia no será desordenada ni un solo instante. Ninguna hoja caerá más pronto del árbol, ninguna estrella detendrá su curso, ninguna gota de agua caerá más lentamente de su fuente, todo continuará siendo igual, y sin embargo, tu oración lo habrá afectado todo. Hablará a los decretos y a los propósitos de Dios mientras están siendo cumplidos diariamente, y todo ellos gritarán a tu oración, y clamarán: "tú eres nuestra hermana; nosotros somos decretos y tú una oración; pero tú misma eres un decreto, tan antiguo, tan seguro, tan viejo como lo somos nosotros." Nuestras oraciones son decretos de Dios en otra forma. Las oraciones del pueblo de Dios no son sino promesas de Dios musitadas por corazones vivos, y esas promesas son los decretos, sólo que puestos en otra forma y figura. No pregunten: "¿cómo pueden mis oraciones afectar los decretos?" No pueden, excepto que en la medida que sus oraciones son decretos, y que conforme brotan, cada oración que es inspirada por el Espíritu Santo a su alma, es tan omnipotente y eterna como ese decreto que dijo: "Sea la luz; y fue la luz;" o como ese decreto que eligió a Su pueblo, y ordenó su redención por la sangre preciosa de Cristo.
Tú tienes poder en la oración, y tú estás hoy entre los ministros más potentes en el universo que Dios ha hecho. Tú tienes poder sobre los ángeles, pues ellos volarán a tu voluntad. Tú tienes poder sobre el fuego, y el agua, y los elementos de la tierra. Tú tienes poder para que tu voz sea escuchada más allá de las estrellas. Donde los truenos se desvanecen en silencio, tu voz despertará los ecos de la eternidad. El oído del propio Dios la escuchará y la mano de Dios mismo cederá a tu voluntad. Él te pide que clames: "Hágase tu voluntad," y tu voluntad será hecha. Cuando tú puedes argumentar Su promesa entonces tu voluntad es Su voluntad. ¿No parece algo sobrecogedor, mis queridos amigos, tener tal poder en las manos de uno como el poder de orar?
Han oído algunas veces historias de hombres que pretendían tener un poder extraño y místico, por el cual podían llamar a los espíritus de los profundos abismos, por el cual provocaban aguaceros torrenciales y detenían el sol. Todo era una invención de la imaginación, pero si fuera verdad, el cristiano es todavía un mayor mago. Basta que tenga fe en Dios, y no habrá nada imposible para él. Será libertado de lo profundo de las aguas, será rescatado de las más penosas aflicciones, en los días de hambre será saciado, será librado de la peste, en medio de la calamidad caminará con paso firme y fuerte, en la guerra siempre será protegido, y en el día de la batalla alzará su cabeza, si cree simplemente en la promesa, y la levanta delante de los ojos de Dios y la argumenta con la convicción de una confianza inconmovible. No hay nada, lo repito, no hay una fuerza tan tremenda, no hay una energía tan maravillosa, como la energía con la que Dios ha dotado a cada hombre, que como Jacob puede luchar, como Israel puede prevalecer con Él en oración
Pero tenemos que tener fe en esto; tenemos que creer que la oración es lo que es, o de lo contrario no es lo que debería ser. A menos que crea que mi oración es eficaz, no lo será, pues dependerá de mí en gran medida. Dios me puede otorgar la misericordia aun cuando no tenga fe; eso dependerá de Su propia gracia soberana, pero Él no ha prometido hacerlo. Pero cuando yo tengo fe, y puedo argumentar la promesa con verdadero deseo, ya no es más una probabilidad si voy a obtener la bendición, o si mi voluntad se verá cumplida. A menos que el Eterno se aparte de Su Palabra, a menos que el juramento que ha dado sea revocado, y Él mismo cese de ser lo que es, "sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho."
Vean, ahora, que Dios sopla el deseo en nuestros corazones, y tan pronto como el deseo está allí, antes de que llamemos, Él comienza a responder. Antes de que las palabras hayan recorrido la mitad de su camino al cielo, mientras todavía están temblorosas sobre los labios (conociendo las palabras que queremos decir) comienza a responderlas, y envía al ángel; el ángel llega y trae la bendición solicitada. Vamos, esto es una revelación, si pueden verla con sus ojos. Algunas personas piensan que las cosas espirituales son sueños, y que estamos hablando de cosas imaginarias. No, yo creo que hay tanta realidad en la oración de un cristiano como la que hay en un relámpago; y la utilidad y excelencia de la oración de un cristiano puede ser tan conocida sensiblemente, como el poder de un relámpago cuando parte un árbol, quiebra sus ramas y lo sacude hasta en su propia raíz. La oración no es una imaginación ni una ficción; es una cosa verdadera y real que ejerce coerción en el universo, atando con grillos a las propias leyes de Dios, y constriñendo al Sublime y Santo a poner atención a la voluntad de su pobre pero favorecida criatura humana.
Pero necesitamos creer en esto siempre. Necesitamos una seguridad en la eficacia de la oración. ¡Necesitamos contar las misericordias antes de que sean otorgadas! ¡Necesitamos estar seguros que van a llegar! ¡Necesitamos actuar como si ya las tuviésemos! Cuando hayan pedido por su pan de cada día, no deben turbarse con afanes, sino que deben creer que Dios los ha oído y se los dará. Cuando hayan presentado el caso de su hijo enfermo delante de Dios, deben creer que el niño se recuperará, y si no fuera así, que entonces será mayor bendición para ustedes y mayor gloria a Dios, y así dejarlo todo en Sus manos. Poder decir: "yo sé que me ha escuchado ahora; sobre la atalaya estaré yo continuamente; buscaré a mi Dios y oiré lo que tenga que decir a mi alma." ¿Te viste frustrado alguna vez, cristiano, habiendo orado en fe y habiendo esperado una respuesta? Yo doy mi propio testimonio aquí, esta mañana, que todavía no he confiado en Él, pero que me fallara. He confiado en el hombre y he sido engañado, pero mi Dios nunca me ha denegado la petición que le he hecho, cuando he apoyado la petición con fe en Su disposición a escucharme, y en la seguridad de Su promesa.


[1] Sermón predicado la mañana del domingo 12 de Agosto de 1860 En Exeter Hall, Strand, de Londres por El Pastor, Charles Haddon Spurgeon.

jueves, 9 de agosto de 2007

Jesús y la Oración



No Nos Metas En Tentación
NO. 1402
Un sermón predicado por Charles Haddon Spurgeon
En el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.
"Y no nos metas en tentación." Mateo 6: 13
Y ahora concluyo con el último encabezamiento: LAS LECCIONES QUE NOS ENSEÑA ESTA PLEGARIA.
Las mencionaré sin mayor elaboración.
La primera lección de la oración: "no nos metas en tentación," es ésta: nunca se jacten de su propia fortaleza. No digan: "oh, yo nunca voy a caer en esas insensateces y pecados. Me podrán probar, pero en mí encontrarán un rival invencible." El que se ciñe las armas no debe alabarse tanto como el que las desciñe. Nunca cedan a un pensamiento de autoestima por la fortaleza propia. No tienen ningún poder que provenga de ustedes; son tan débiles como el agua. El diablo sólo tiene que presionarlos en el lugar preciso y ustedes saltarán de acuerdo a su voluntad. Con solo que una o dos piedras sueltas sean sacudidas, pronto comprobarán que el débil edificio de su propia virtud natural se desplomará de improviso. Nunca inviten a la tentación, jactándose de su propia capacidad.

Lo siguiente es: nunca deseen la prueba. ¿Alguien hace alguna vez eso? Sí; escuché a uno el otro día, que decía que Dios lo había prosperado tanto, durante tantos años, que temía no ser un hijo de Dios, pues había descubierto que los hijos de Dios eran disciplinados, y por tanto, él casi anhelaba experimentar la aflicción. Amado hermano, no desees eso: demasiado pronto caerás en problemas. Si yo fuera un niño y estuviera en mi casa, no creo que le diría a mi hermano, después que recibió unos azotes: "me temo que no soy hijo de mi padre, y dudo que me ame porque no he sido castigado con la vara como tú. Yo deseo que me azote para saber que me ama." No; ningún hijo sería jamás tan estúpido. No debemos desear, por ninguna razón, ser afligidos o probados, sino que debemos orar: "no nos metas en tentación."

El siguiente pensamiento es, no acudir nunca a la tentación. El hombre que ora: "no nos metas en tentación," y luego va a ella, es un mentiroso ante Dios. ¡Cuán hipócrita debe ser un hombre que dice esta oración y luego asiste a presenciar espectáculos indecentes! ¡Cuán falso es aquél que ofrece esta oración y luego se para en el bar y toma licor y habla con hombres depravados y mujeres de vida ligera! "No nos metas en tentación," es una vergonzosa irreverencia si sale de los labios de hombres que asisten a lugares de diversión cuyo tono moral es malo.
"Oh," dirás, "no debería decirnos tales cosas." ¿Por qué no? Algunos de ustedes las hacen, y me atrevo a censurarlas dondequiera que se encuentren, y lo haré mientras mi lengua tenga movimiento. Hay un mundo de hipocresía a nuestro alrededor. La gente va a la iglesia y dice: "No nos metas en tentación," y luego, sabiendo dónde se encuentra la tentación, van derechito a ella. Tú no necesitas pedirle al Señor que no te meta en tentación; Él no tiene nada que ver contigo. Entre el diablo y tú pueden llegar muy lejos, sin necesidad que te burles de Dios con tus oraciones hipócritas.
El hombre que va al pecado voluntariamente con sus ojos bien abiertos, y luego dobla su rodilla, y el domingo en la mañana en la iglesia repite media docena de veces: "No nos metas en tentación,"es un hipócrita sin máscara en su rostro. Que guarde esto en su corazón, y sepa que estoy dirigiendo esto personalmente contra él, y contra todos los hipócritas descarados como él.

La última palabra es que, si piden a Dios que no los meta en tentación, no conduzcan a otros allí. Algunas personas parecen ser singularmente olvidadizas del efecto de su ejemplo, pues hacen cosas malas en presencia de sus hijos, y de quienes les tienen consideración. Ahora, yo les ruego que piensen que mediante el mal ejemplo, destruyen a otros y se destruyen ustedes mismos. No hagas nada, mi querido hermano, de lo cual tengas que avergonzarte, o que no quisieras que otros copien de ti. Haz el bien en todo momento, y no permitas que Satanás te convierta en una "zarpa de fiera" para destruir las almas de los demás: ora con sinceridad, "No nos metas en tentación;" y no conduzcas a tus hijos allí.
Si ellos están invitados durante la estación festiva a tal y tal fiesta familiar, donde habrá de todo, excepto aquello que los lleve a su crecimiento espiritual o simplemente a practicar una buena conducta: no les des permiso de ir. En esto debes ser intransigente. Debes ser firme al respecto. Habiendo orado una vez:"No nos metas en tentación," no le hagas al hipócrita permitiendo que tus hijos vayan a la tentación.
Dios bendiga estas palabras para nosotros. Que se graben profundamente en nuestras almas, y si alguien siente que ha pecado, oh, que pueda pedir ahora perdón por medio de la sangre preciosa de Cristo, y que lo encuentre por la fe en Él. Cuando hayan obtenido misericordia, que su siguiente deseo sea que puedan ser guardados en el futuro del pecado que han cometido antes, y por tanto, que su oración sea: "No nos metas en tentación." Que Dios los bendiga.
Porción de la Escritura leída antes del sermón: Mateo 6: 1-24.
Nota del traductor: este sermón no muestra la fecha específica de su predicación.

miércoles, 8 de agosto de 2007

¡Alaba al Señor!


MEDITACIÓN PARA EL 08 DE AGOSTO
ESCRITURA:Apocalipsis 5:12: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.”
TESORO BÍBLICO:Hay una interesante historia de cómo el dotado violinista Fritz Chrysler adquirió un violín Stradivarius. Chrysler escuchó acerca de un violín que poseía un anciano inglés y ofreció comprárselo, mas el anciano le dijo que no estaba a la venta. Un día Chrysler fue a la casa del anciano y le rogó: “Si no lo puedo comprar, ¿lo puedo tocar?” El inglés lo invitó a pasar e incluso le permitió que comenzara a tocar música con el violín. Grandes lágrimas se le formaron en los ojos al inglés y dijo: “No está a la venta, mas es suyo. Usted es el maestro y sólo usted es digno del violín.” De eso se trata la alabanza. Dios es el Maestro y el único digno.
PUNTO DE ACCIÓN:Empezando con la letra “A”, y usando cada letra del alfabeto, alabe al Señor por todo lo que ¡Él es, ha sido y será!
Alabado El Rey Que Murió Por Mí.
Bendito Sea Su Santo Nombre...
Cristo Jesús Mi Señor...

sábado, 4 de agosto de 2007

Abre tu correo!



To: !A ti querido hijo!

Sent: Sábado, 04 de Agosto del 2007

Subject: Estoy a tu lado.

Querido hijo(a):

¿Cómo estás?

Te escribo este em@il porque quiero decirte cuánto me preocupo por ti, y cuán grande es mi deseo de ayudarte.Te vi ayer, hablando con tus amigos, y a lo mejor, querías hablarme también. Esperé todo el día. Al llegar la tarde te di una hermosa puesta de sol para cerrar tu día y una fresca brisa para tu descanso, después de un día tan fatigado ¡y esperé! Nunca viniste, Si, claro, me dolió un poco, pero aun así, te amo y quiero ser tu amigo.Te vi dormir anoche y quise tocar tu frente. Envié rayos de luna que cubrieran tu almohada y tu cara, por ver si te despertaba, para hablar contigo pero no, seguías en tu sueño. ¡Mis lágrimas se mezclaron con el agua que caía!Hoy te veo un poco triste, preocupado, sólo, ¡tan sólo!.. Mi corazón comprende, también mis amigos me abandonaron y me lastimaron. ¡Pero yo te amo!Oh, si tan sólo me escucharas... ¡te amo! Trato de decírtelo dándote un cielo azul y verdes prados. Te hablo al oído a través de las hojas de los árboles y el olor de las flores. Grito en los riachuelos de las montañas. Doy a los pájaros cantos de amor para ti. Te visto con el calor del sol y perfumo el aire con el aroma de la naturaleza. Mi amor por ti es más profundo que el mar pero mayor y más grande es mi deseo de hablar y caminar contigo.Yo se cuan duro es vivir en está tierra. Realmente lo se y deseo ayudarte ¡si tan solo me dejaras demostrártelo! Quisiera que conocieras a mi Padre. El desea ayudarte al igual que Yo con el mismo poder del Espíritu Santo, que está ahora mismo ahí, a tu lado, llamándote y santificándote!Llámame a cualquier hora cualquier día o de noche, pues yo nunca duermo, y siempre te responderé. Te amo, seas soltero, casado o divorciado seas bueno o malo, yo te amo no importa de qué religión seas, ¡Te amo! y la oveja perdida es la que ando buscando, para cargarla a mis hombros, y llevarla al padre amado ( Lucas 15 ).Pídeme lo que quieras, que, si es para tu beneficio, Yo te lo daré. Habla conmigo y desahoga tus angustias y ansiedades, que Yo siempre tengo tiempo para ti. Por favor no te olvides de mi, tengo tanto que compartir contigo quiero darte tantas cosas Mírame en Belén.. En el calvario ¡Cuánto te ame! ¡Cuánto te sigo amando! Te espero a diario, y estoy esperando y esperando, ¡Quiero ser tu pan de cada día! Para poderte amar y alimentar. Te regalo mi Cuerpo y mi sangre a mi iglesia... ¿Qué más te puedo dar? Ya no te molesto más. Se que tienes mucho que hacer, Perdona que te haya tomado tanto, pero no podía esperar más sin dejarte saber que te amo y te esperoTu amigo Fiel.JESUS DE NAZAREThttp://www.cristoparati.com/Salvacion/

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