A manera de Introducción
Hoy es un día profundamente especial. Tal vez parezca un día igual o “parecido” a muchos otros que hemos vivido. Pero no, es excepcional. Y lo es, porque estamos vivos. Y cuando nos ponemos a reflexionar sobre este hecho tan simple o tan obvio en apariencia, descubrimos que estos acontecimientos supremos, límites, la vida y la muerte, dependen de un plan divino que decidió, con una causa y una causalidad para nosotros no conocida, que seamos elegidos para disfrutar de “este” día.
En muchas ocasiones, el tráfago infernal del mundo en que estamos viviendo, nos impide pararnos a mirar, desde adentro de nosotros mismos, aunque sea un solo segundo, esta maravilla, absoluta y perfectamente sincronizada, que es la vida en todas sus formas, con la diversidad de su naturaleza infinita representada por las variedades de especies animales y vegetales en innumerable formas, colores y corporeidades.
Pero tampoco llegamos a ver, el milagro con que el Señor honró a nuestro mundo: el hombre. Pero su grandeza fue extrema en esta obra y así lo quiso, porque además, lo dotó del verbo. Es decir le dio la posibilidad de comunicarse con los otros, pares, por medio de la palabra. Tan vilipendiada ella, no reconocida, despreciada, injuriada, no aprovechada.
Sin embargo, mediante la palabra se puede herir, lastimar, violentar, insultar, agraviar, ofender, humillar, deshonrar, avergonzar, burlar, degradar. Pero también se puede agradar, encantar, ilusionar, deleitar, proteger, defender, asistir, alentar.
Mediante la palabra se puede expresar el odio, el resentimiento, la pena, la amargura, el desconsuelo, el sufrimiento; pero además, el amor, la piedad, el perdón, la ternura, el afecto, la devoción, la amistad. Con el Verbo, con la lengua, como dice el griego Esopo, se alude a la fealdad pero también a la belleza; a la infelicidad pero del mismo modo, a la felicidad; al Mal, pero al mismo tiempo al Bien.
Luces y sombras de este universo infinito y tan bien organizado por esa Mano Maestra. Es, la lengua, un instrumento de la grandeza del Señor y el hombre, su criatura, el único destinatario, con el mandato de usarla para su perfección. Sólo que muchos de ellos no pueden ver ni oír, más allá de sus propias narices. Tal vez, esto también sea voluntad divina. Porque crea la oportunidad de hacer que muchos seres humanos se unan, para llevar la Palabra de Dios a ésas y otras muchas mentes que hayan perdido o encontrado o reencontrado, el camino.
El poeta argentino Almafuerte, lo dice en unos versos significativos, usando la palabra como magnífico instrumento de las ideas:
Si te postran diez veces, te levantas
Otras diez, otras cien, otras quinientas…
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
…………………………………………………………………
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte!
Desde este lugar, invitamos a todos aquéllos que sientan la necesidad de comunicarse con otros seres humanos por medio de la palabra, supremo bien que el Señor nos legó, a participar de esa eterna búsqueda que los hombres emprenden hacia el interior de ellos mismos. Y, cuando sientan que han recuperado su identidad y sepan, de verdad, quiénes son, empiecen la Cruzada del Señor.
Es muy sencillo. Él nos dijo:” Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:3)
Ya lo sabemos; no estaremos solos en este camino que comenzamos a transitar. ¿No crees que este día sea, muy especial? Iniciamos los reencuentros.
Hoy es un día profundamente especial. Tal vez parezca un día igual o “parecido” a muchos otros que hemos vivido. Pero no, es excepcional. Y lo es, porque estamos vivos. Y cuando nos ponemos a reflexionar sobre este hecho tan simple o tan obvio en apariencia, descubrimos que estos acontecimientos supremos, límites, la vida y la muerte, dependen de un plan divino que decidió, con una causa y una causalidad para nosotros no conocida, que seamos elegidos para disfrutar de “este” día.
En muchas ocasiones, el tráfago infernal del mundo en que estamos viviendo, nos impide pararnos a mirar, desde adentro de nosotros mismos, aunque sea un solo segundo, esta maravilla, absoluta y perfectamente sincronizada, que es la vida en todas sus formas, con la diversidad de su naturaleza infinita representada por las variedades de especies animales y vegetales en innumerable formas, colores y corporeidades.
Pero tampoco llegamos a ver, el milagro con que el Señor honró a nuestro mundo: el hombre. Pero su grandeza fue extrema en esta obra y así lo quiso, porque además, lo dotó del verbo. Es decir le dio la posibilidad de comunicarse con los otros, pares, por medio de la palabra. Tan vilipendiada ella, no reconocida, despreciada, injuriada, no aprovechada.
Sin embargo, mediante la palabra se puede herir, lastimar, violentar, insultar, agraviar, ofender, humillar, deshonrar, avergonzar, burlar, degradar. Pero también se puede agradar, encantar, ilusionar, deleitar, proteger, defender, asistir, alentar.
Mediante la palabra se puede expresar el odio, el resentimiento, la pena, la amargura, el desconsuelo, el sufrimiento; pero además, el amor, la piedad, el perdón, la ternura, el afecto, la devoción, la amistad. Con el Verbo, con la lengua, como dice el griego Esopo, se alude a la fealdad pero también a la belleza; a la infelicidad pero del mismo modo, a la felicidad; al Mal, pero al mismo tiempo al Bien.
Luces y sombras de este universo infinito y tan bien organizado por esa Mano Maestra. Es, la lengua, un instrumento de la grandeza del Señor y el hombre, su criatura, el único destinatario, con el mandato de usarla para su perfección. Sólo que muchos de ellos no pueden ver ni oír, más allá de sus propias narices. Tal vez, esto también sea voluntad divina. Porque crea la oportunidad de hacer que muchos seres humanos se unan, para llevar la Palabra de Dios a ésas y otras muchas mentes que hayan perdido o encontrado o reencontrado, el camino.
El poeta argentino Almafuerte, lo dice en unos versos significativos, usando la palabra como magnífico instrumento de las ideas:
Si te postran diez veces, te levantas
Otras diez, otras cien, otras quinientas…
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
…………………………………………………………………
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte!
Desde este lugar, invitamos a todos aquéllos que sientan la necesidad de comunicarse con otros seres humanos por medio de la palabra, supremo bien que el Señor nos legó, a participar de esa eterna búsqueda que los hombres emprenden hacia el interior de ellos mismos. Y, cuando sientan que han recuperado su identidad y sepan, de verdad, quiénes son, empiecen la Cruzada del Señor.
Es muy sencillo. Él nos dijo:” Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:3)
Ya lo sabemos; no estaremos solos en este camino que comenzamos a transitar. ¿No crees que este día sea, muy especial? Iniciamos los reencuentros.
Proverbios 18:21La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos. Proverbios 21:23El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.Salmos 34:13Guarda tu lengua del mal,Salmos 35:28Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.
Susana Ferroni
Buenos Aires - Argentina
Director de la Web: Walter Flores Guevara.
Lima - Perú
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