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jueves, 13 de septiembre de 2007

LA VIDA ETERNA


LA REALIDAD DEL ALMA DE UN CRISTIANO:

Juan 12:24-25 (Reina-Valera 1960)
24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.
25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
La analogía del grano de trigo, en cuyo interior late el germen de la vida pero recubierta por una dura cáscara. Si ésta no se quiebra, la vida encerrada en el interior no puede manifestarse, ilustra que la vida sea útil para no perderla.
¿Qué clase de vida es esa? ¡Es La Vida Eterna!
C.G.UJung, uno de los más grandes psicoanalistas europeos hablando del “alma y muerte”dijo: « Conocemos a la muerte como término, como fin, pura y simplemente. Es el punto final colocado muchas veces antes del final de la frase, y más allá del cual sólo queda el recuerdo y el efecto para los demás. Considerando así la muerte, la vida nos parece un transcurso, como la marcha de un reloj, al cual se ha dado cuerda, y que fatalmente tiene que detenerse en un instante u otro... nunca se plantea más urgente y penosamente la pregunta acerca del sentido y valor de la vida que cuando vemos cómo el último aliento abandona a un cuerpo que hasta entonces vivía.»[1] ¿Hablaba Jung de la Vida Eterna? Claro que no.
¿Qué nos enseña Jesús cuando nos dice: El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará?
Nos ha enseñado a los cristianos a pensar de manera tan altamente animosa sobre todas las cosas terrenales y mundanas, incluida la misma muerte. Casi como para que el cristiano se envalentone con esta soberbia elevación sobre todo lo que los hombres llaman de ordinario desgracias, sobre todo lo que los hombres llaman de ordinario el peor de los males. Pero, por contrapartida, el cristiano ha descubierto una miseria que ignora el hombre en cuanto tal; esta miseria es la de la enfermedad mortal, el pecado.
Para el cristiano es como una broma todo lo que el hombre natural considera horroroso; por eso, cuando éste hace la descripción de todos los horrores y ya no acierta a nombrar ninguno más, el cristiano no puede por menos que tomarlo en cierto modo a risa.
Tal es la distancia del hombre natural al cristiano, algo similar a la que intercede entre el niño y el adulto: aquello por lo que el niño tiembla, no es nada para el adulto. El niño no sabe lo que es horrible, el hombre lo sabe y tiembla ante ello. En primer lugar, el defecto del niño consiste en que no conozca lo que es horrible; y además, como consecuencia de su ignorancia anterior, en que se espante de aquello que no es horrible. Lo mismo le acontece también al hombre natural, que empieza por ignorar lo que es verdaderamente horrible y, sin embargo, no se libera del espanto, ni muchísimo menos, sino que se pone a temblar por lo que en realidad no es horrible.
Aquí a su vez, ocurre como con la relación divina del pagano: este no conoce al verdadero Dios, pero no se detiene en tal ignorancia, sino que se arrodilla adorando a un ídolo como dios; su religiosidad busca a dios y adora a una imagen, a un icono, y el verdadero Dios se esconde de él. En cambio al cristiano es Dios quien le busca para hacerle suyo y perdonándole sus pecados le abre la Vida Eterna. Como cristiano ha recibido de Dios el perdón de sus pecados y la salvación de su alma en Cristo Jesús.
Sólo el cristiano sabe lo que ha de entenderse por enfermedad del pecado. Como cristiano ha recibido una vida nueva que le guarda para vida eterna.
La gran necesidad para todo siervo de Dios es permitir que el hombre exterior, su alma sea quebrantada para que pueda producirse LA LIBERACIÓN DEL NUEVO HOMBRE ESPIRITUAL
¿Qué significa aborrecer la vida natural para el cristiano?
Varía según el predominio que nuestros pensamientos o afectos tienen sobre todo nuestro ser. En éste el orgullo debe ser quebrantado; en aquél la vanidad; en el otro su sentido de superioridad; en el de más allá la sabiduría humana y en éste su propia suficiencia. Dios desea una voluntad rendida incondicionalmente a Él. Sólo entonces se produce el gran cambio y sólo así nuestro orgullo, obstinación, egoísmo, severidad para con los demás, etc., dejan de ser un obstáculo y llegamos a Ser lo que el Señor anhela que seamos: “mansos y humildes de corazón”.
Jesús nos dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Mateo 11:29.
¿Qué significa llegar a ser cristiano?
Algunos piensan que ser cristiano es simplemente ir a la iglesia de vez en cuando. Otros creen ser una buena persona, un vecino que ayuda o un ciudadano honorable. La Biblia, por otra parte, señala que hay un solo camino.
Al Salvador de toda la humanidad, Jesús, se le preguntó: “¿Cómo podemos conocer el camino?
La respuesta que dio el Hijo de Dios contiene la llave para el futuro de todo el mundo:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).
Cuando aceptamos a Jesús como Salvador y empezamos una relación con Él, “nacemos de nuevo.” Jesús fue la primera persona que se registra en la Escritura que usó estas palabras. Mientras hablaba con uno de los líderes religiosos, Jesús dijo, “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Cuando usted ora sinceramente, pidiéndole a Jesucristo que lo perdone y lo limpie de sus pecados, la Biblia promete perdón para todos los pecados que usted haya cometido: “... la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
Usted nace de nuevo cuando usted sigue estos pasos simples:
« Reconocer la necesidad de creer en Jesucristo como su Salvador pidiéndole que lo perdone de todos sus pecados.
« Apartarse del pecado (mal que le causa dolor a Dios, a usted, y a otros).
« Dejar de vivir en rebeldía contra Dios y Su Palabra.
« Tener la convicción del sacrificio de Cristo en la cruz como pago final y completo por sus pecados.
« Aceptar a Cristo como su Redentor, e invitarlo a que viva en su corazón como su Señor y Salvador.
Si usted cumple con estas cosas, ¡Sucede un milagro!
¡Usted nace de nuevo! Jesucristo viene a vivir dentro de usted. Usted queda libre de la pena abrumadora del pecado.
Conforme usted obedece los mandamientos de Dios y aplica Sus principios para su diario vivir, la transformación continúa.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” (2a Corintios 5:17).
Si usted Le permite tomar control y escoge diariamente vivir en obediencia a Su Palabra, usted llegará a ser más y más como Cristo.
¡Que Dios lo bendiga!
[1] Realidad Del Alma C.G.Jung, página 161, Editorial Losada S.S. Buenos Aires (Tercera Edición) Título del original alemán Wirklichkeit der Seele.

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