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sábado, 29 de diciembre de 2007

El Apocalipsis Es Un Libro Que Trae Las Revelaciones De Jesús Para Sus Siervos.

¡El Amor de Dios en Cristo es El Amor Que Vale!
Viviendo al Borde De La Eternidad
Por Adrián Rogers

Cuando yo hablo del Apocalipsis la gente siempre me pregunta: Pastor, ¿Son éstos los últimos días?
Quiero que entiendan los últimos días empezaron cuando Jesús ascendió a los cielos. Siempre han sido los últimos días. Estamos viviendo en ellos.

Yo quiero hacerle una pregunta muy importante: ¿Se Considera Usted Un Esclavo De Jesucristo? Piense su respuesta, tómese su tiempo y tenga mucho cuidado en lo que me dirá al respecto.
Si Usted dice, ¡No! Yo no soy esclavo de Jesucristo, entonces, estoy seguro que Usted no entenderá el libro del Apocalipsis.
Porque este es un libro escrito para los esclavos voluntarios de Jesucristo. Y si Usted no se considera un esclavo de Él entonces no tiene ningún derecho de entender este libro.

El Apocalipsis es un libro que trae las revelaciones de Jesús para sus siervos.
Si su respuesta a mi pregunta es “Sí”. Yo soy un esclavo de Cristo, entonces Usted está listo para entender este libro, y no tropezará en la oscuridad.

¿Cómo Vivir Al Borde De La Eternidad?
Eso es lo que estamos haciendo exactamente ahora mismo. Estamos al borde de la Segunda Venida de Jesucristo. Estoy bien conciente que pueda ser que no venga en cincuenta, cien o mil años; aún así, estamos al borde de la eternidad.
Acompáñenos y entenderá lo que quiero decir. Por favor busque el primer capítulo del último libro de La Biblia, el libro de Apocalipsis.
La razón por la que estudiaremos este libro es por que quiero que sea Usted bendecido. Este libro es el libro de la bendición. ¿Quiere Usted una bendición? Aquí está una fórmula para ser bendecido. Apocalipsis 1:1-3
“1La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
2que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
3Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Por favor mire de nuevo la primera parte del versículo 3, Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía. ¿Desea Una Bendición? Dios dice; éste es un libro que tiene una bendición
El libro del Apocalipsis a menudo es ignorado, a veces debatido, a veces no tomado en cuenta. Pero Dios dice que éste es el libro de la bendición.
Si quiere una bendición Dios dice, aquí está, léelo, guárdalo y vas a tener una bendición.

Ahora voy a darle una larga introducción, por lo tanto, todo lo que voy a compartir por un rato es introductorio pero bastante importante.
Simplemente vamos a poner los cimientos al observar estos primeros tres versículos. Y primero deseo que vea lo que voy a llamar, la persona central del libro. Mire por favor el versículo 1 La revelación de Jesucristo. ¿Quiere saber de qué trata este libro? Trata acerca de Jesucristo.
Amigo, anótelo con letras mayúsculas y claramente: JESÚS ES EL HÉROE DE LA BIBLIA. Esta Es la revelación de Jesucristo.

Muchas personas quieren estudiar profecía pero están más interesados, están mucho más interesados en las cosas que van a suceder, que en aquél que va a venir. Jesús es la persona central. ¿Cuál es el propósito claro del libro? Mire por favor de nuevo el versículo 1 “para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto “
Note la palabra “siervos”, ¿la ven? Realmente es la palabra griega “dulos” que significa esclavo. Un tipo especial de esclavo que había sido un esclavo y había quedado en libertad, mas, regresaba a su amo y le decía: “Amo, No Quiero Ser Libre, Quiero Ser Tu Esclavo, Quiero Quedarme Contigo Por Que Yo Te Amo Mi Señor”.
Esos somos nosotros. Somos esclavos del Señor Jesucristo. Nosotros le decimos: “Te Amamos Señor”.
No solo quiero que Usted note que el propósito claro de este libro, sino también la promesa consoladora de éste. Veamos nuevamente los versículos 2 y 3 habla de Juan, “2que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. 3Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía,..”.

¿Cuál es la promesa consoladora del libro? Usted va a ser bendecido. Será bendecido no sólo si lo lee sino también si observa lo que está escrito. Note, “el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía”. Esto no significa abrirlas con sus oídos. Alguna vez le ha dicho a su hijo, haz esto o aquello, y luego le pregunta: Hijo ven acá, ¿Me oíste? ¿Me escuchaste? Óigalo, léalo, y óigalo y guárdelo en su corazón y Dios promete que Usted va a ser bendecido.
No sólo quiero que Usted note la promesa consoladora, sino también la profecía certera del libro.
Otra vez el versículo 3, Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, “de esta profecía” y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.
Esa es la razón por la que titulé esta serie “Al Borde De La Eternidad”.
El tiempo está cerca. Ahora eso fue hace dos mil años y Juan dijo, “el tiempo está cerca”. ¿Se equivocó Juan? ¡No!. Él tenía razón. Si Usted no aprende ninguna otra cosa en esta serie de mensajes de profecía bíblica, sí quiero que aprenda esto, el tiempo siempre está cerca. Puede ser no inmediato, pero siempre es inminente. No lo pase por alto, puede ser no inmediato, puede ser inmediato, pero siempre es inminente.
La gente pregunta, ¿Son éstos los últimos días Pastor? Amigo, los últimos días empezaron cuando Jesús ascendió. Siempre han sido los últimos días, estamos viviendo en ellos.
Ahora, ¿cómo vamos a entender el libro de Apocalipsis? Gracias a Dios que hay una llave dorada que abre este libro para nosotros y está en el versículo 19. Mirelo, el apóstol Juan estaba en el Alcatraz de su día, o la isla del diablo en su día. Él estaba en la isla de Patmos, él estaba allí por predicar el evangelio de Jesucristo y sus enemigos pensaron que de algún modo iban a acallarlo y mantenerlo escondido. No fue así. La bendición más grande que jamás haya venido a este mundo fue que Juan fuera a Patmos porque fue allí donde Dios le dio el libro de Apocalipsis. Esta era la asignación de Juan y está tan claro. “Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas” (versículo 19). Juan escribe las cosas que has visto, ¿Qué es lo que vió Juan? Vió a Cristo Glorificado. Juan escribe las cosas que son. ¿Qué es lo que vió Juan? Siete Iglesias; siete es el número perfecto. Estas iglesias representan a todas las iglesias de todos los siglos, desde los tiempos bíblicos hasta el presente.
El tercer punto, Él dijo: Y escribe las cosas que han de ser después de estas. Es algo seguro; no hay ningún ¿tal vez? o ¿quizás?; ni coincidencias, ni suposiciones. Las cosas que sucederán., Y es ese el tercer punto el cual vamos a estudiar hoy.
Quiero que Usted vea de qué se trata este libro. Quiero que Usted vea el bosquejo de Dios en este libro. Pero lo que quiero hacer ahora es darle el panorama de la profecía.
Número 1: El primer evento que sucederá en las cosas que han de ser después de éstas es El Arrebato, o El Rapto Y La Transformación De Los Santos.
Mire el capítulo 4 versículo 1: Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.

No es obvio que estemos en la tercer parte. El dijo: Escribe las cosas que han de ser después de éstas. Aquí empieza la tercer parte, y Juan en una visión es arrebatado al cielo, él oye una voz, él oye una trompeta, él es arrebatado a la Gloria; éste es el rapto, el rapto de la iglesia representado aquí. La palabra rapto, es la palabra griega “erpaso”, en latín es “rapto” “erpaso” en griego; y ambas se refieren al mismo evento y simplemente significa ser llevados en cualquier momento; en cualquier momento amigos la trompeta va a sonar y nosotros vamos a dejar este mundo.

Número 2: El segundo gran evento es La Tribulación y La Reglamentación Estricta De Este Mundo.
Cuando los santos sean llevados el anticristo vendrá y él va a convertir a este mundo en un inmenso campo de concentración. La Biblia llama a este tiempo el Día De La Ira De Dios.
Ahora voy a tratarle de dar algunos versículos que los demuestra. Así que por favor leamos en el Capítulo 6 versículo 12-16 ”Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, (aquí está hablando de asteroides), como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, (esos son los de altos puestos, los influyentes importantes, los de baja posición, todos), se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, (ahora escuche: uno de los pasajes más sobrecogedores de toda La Biblia) y de la ira del Cordero;” Amigo no lo pase por alto, la ira del Cordero, por que el gran día de su ira ha llegado y ¿ quién podrá sostenerse en pie?. Él si es el Cordero de Dios para misericordia mas también es El Dios De Ira, Juicio Y Justicia; y parece haber una batalla entre la misericordia y la ira de Dios, y las aguas tempestuosas de la ira de Dios están golpeando furiosamente contra la represa de su misericordia. Uno de estos días esa represa estallará y el Gran Día de Su Ira Vendrá, y ¿Quién Podrá Sostenerse En Pie?
Estamos dando estos eventos en orden al ir viendo el libro.
Número 3: Armagedón Y La Destrucción De La Bestia.
Mencionamos que iba a venir un hombre, el superhombre de Satanás, el hombre de pecado, la bestia que ejercerá poder sobre la tierra y regimentará al mundo entero mediante la economía y los milagros, pero, finalmente tomará lugar una batalla llamada, La Batalla De Armagedón. Ahora permítame describir a esta bestia que va a gobernar todo el mundo. Por favor mire, Apocalipsis 13:1-3 El apóstol Juan dijo: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón, (de paso menciono que el dragón es el mismo diablo), el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,”.

Usted dirá Pastor: ¿Qué significa todo esto? Bien, trataremos de traer un mensaje acerca de la bestia. Así que, sólo se dirá que viene una bestia y todos estos símbolos son ricos en significado; pero, durante este tiempo cuando este gobernante mundial surja en el periodo de tribulación, espíritus de demonios van a infestar el mundo. Los demonios van a trabajar en los reyes de la tierra para reunirlos a combatir en la batalla de Armagedón.
Luego El Milenio Y La Glorificación Del Salvador. Empezando en Apocalipsis 20 versículos 1al 6 “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; (en latín es milenio) y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo. Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar, (esos somos nosotros amigos), y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y Santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

Usted dirá: Pastor, ¿Usted realmente cree que Jesús va a gobernar y reinar aquí sobre la tierra? Escúcheme bien, ¡Sí, Claro Que Lo Creo! ¡Píenselo!
¿Cuántas veces Usted ha orado?, ¡Cuántas veces ha orado! “Venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo así también en la tierra. ¿Nos habría enseñado Jesús a orar eso, sino fuese por que llegará a suceder eso realmente?
¿No dijo el Señor Jesucristo en la bienaventuranzas: Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad?. No piense que la oración de Jesús va a ser defraudada. Lea las profecías del Antiguo Testamento y Las Profecías Bíblicas, una y otra vez, afirman que el Mesías, El Hijo De David, gobernará desde Jerusalén, y yo creo esto con todo mi corazón.
Está por venir mil años dorados, cuando el cordero y el león se acostarán juntos y el cordero no estará en el estómago del león. Y el próximo evento venidero es la condenación y el último juicio; todo esto llega a un clímax:
Leemos aquí en el Capítulo 20 versículos 11-15: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, (es decir a los poderosos y a los de baja posición), de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”.
Amigo, ¿Está su nombre en el libro de la vida? Si no lo está: Uno de estos días Usted va a comparecer ante el inevitable, ineludible Señor Jesucristo.
Usted tiene una cita con la Deidad, aquí está un gran trono blanco y los muertos resucitarán y estarán de pie ante Él, y serán juzgados.
Si Usted no conoce al Señor Jesucristo como El Salvador, Usted lo conocerá como Soberano, mas si Usted tiene una cita con La Deidad, y luego existe el último evento que es el que está por venir: El Estado Eterno Y El Destino De Las Especies.
Carlos Darwin hablaba del origen de las especies. Mi amigo, es mejor que Usted esté interesado en el destino de las especies. ¿Dónde va a acabar todo esto? Mire por favor Apocalipsis 21:6-8 “Y me dijo: Hecho está, (Eso es todo; Hasta aquí nomás). Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, (y esto me fascina), el que venciere heredará todas las cosas y yo seré su Dios, y él será mi hijo. (Ahora preste atención): Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Amigo: Cuando Dios lo creó a Usted, lo creó para ser un alma viviente y su alma no dejará de existir tal y como Dios no puede dejar de existir, Usted fue creado a la imagen de Dios, y Usted estará en existencia en alguna parte.
Ahora Usted le pregunta a la persona promedio si va para el cielo, y le contestará: Bueno, espero que sí. Mas ella no conoce a Jesús. Amigo, si Usted piensa que puede ir al cielo sin nacer de nuevo, tristemente es ignorante de dos cosas:
Primero: Usted no sabe cuán pecador es Usted, y
Segundo: Usted no sabe cuán Santo es Dios.
Hay sólo un camino para llegar al cielo, Usted va a pasar la eternidad en el cielo o en el infierno, y todo depende de lo que haga Usted con El Señor Jesucristo hoy.

Ahora por favor, vaya al final del libro y permítame mostrarle rápidamente la última invitación en La Biblia, Apocalipsis 22:17 Apocalipsis 22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: (Está así en palabras interesantísimas), Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga;(Ahora escuchen), y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
¿Quiere Usted ser salvo? ¡Pues Venga! La gente habla acerca de quiénes son los elegidos y quienes no lo son. Permítame decirle algo: Si Usted Está Sediento Simplemente Venga ¡Venga! El Que Quiera Tome Del Agua De La Vida Gratuitamente.
Permítame no sólo darle la última invitación, sino también la última oración de La Biblia: Apocalipsis 22:20 “El que da testimonio de estas cosas, (Jesús es el que testifica), mire: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.”.
Amigo, si Usted quiere, tiene sed y desea ser salvo le invito a orar de corazón, de la siguiente manera:
Amado Dios:
Se Que Soy Pecador Y Mi Pecado Merece Juicio, Pero Quiero Tu Misericordia.
Jesús, Se Que Moriste Para Salvarme Y Prometes Hacerlo Si Confío En Ti.
Confío En Ti Jesús. Me Entrego A Ti De Corazón. Entra En Mi Corazón Como Mi Señor Y Mi Salvador.
Perdona Mis Pecados. Límpiame Y Sálvame, Y Ayúdame A Nunca Avergonzarme De Ti. En Tu Nombre Oro, Amén.

jueves, 27 de diciembre de 2007

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?1 Corintios 3:16


¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO?
Por Félix Zavala Agapito

Mi corazón compungido se expresa con dolor, ver que en estos tiempos estamos viviendo conforme a los deseos del hombre y no al anhelo del corazón de Dios.
Escucho y también veo a personas afanadas en construir templos y casas según sus proyectos para que sean lugares de oración para Dios.
Pregunto: ¿Por qué ese afán? y ¿Cuál es el deseo de Dios?
Si la preferencia es construir templos materiales, ¿En donde esta el templo espiritual?
Hay una demanda de Dios que se expresa con urgencia:
Marcos 16:15 “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”;
Mateo 28.19-20 “id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;”
1 Corintios 3:16; 6:19 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Dios nos dice claramente que la iglesia es la reunión de hermanos; Efesios 2:20-22 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Ella es vista más bien como un edificio hecho para adorar a Dios.
Esa es una enseñanza muy importante a tomarse en cuenta. Preguntémonos cada cual entonces:
¿Por qué la preocupación de construir lo material que solo es vanidad?
¿Por qué ese anhelo del hombre para agradar a Dios de ese modo?
¿Piensas hermano, que el sabio Salomón, constructor y encargado por Dios para edificar el templo, por ese privilegio se libró de pecar? Ciertamente que ¡No!
Al final de su vida todo fue ¡Vanidad De Vanidades!
Hermanos míos:
El Señor desea que seamos constructores de vidas transformadas antes que deleitarnos con lo material, una casa o edificio de lujo y comodidades.
Que nuestro afán no sean hermosas construcciones: con lunas polarizadas, objetos atractivos a la vista y otras cosas más.
¿Será que lo poseído no es suficiente y se empieza a desear más?
Otra pregunta sería: ¿He sido fiel con El Señor para pedir más?
La Biblia dice: “en lo poco eres fiel en lo mucho te pondré”.
¿Acaso vienen las bendiciones de Dios sin antes no haber mostrado obediencia por el amor de Él?
Meditemos cada cual en eso; No obrar conforme a las enseñanzas de Dios es pecado.
1 Pedro 2:5 «nos dice: vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.»
Con eso se demanda que nuestras oraciones no deben ser nunca por cosas vanas (como prioridad); sino, por lo que Dios quiere de nuestros ruegos:
“Un Hermoso Templo: El De Nuestros Corazones”. 1 Corintios 3:16; 6:19
Sabemos que “Sin fe es imposible agradar a Dios” Hebreos 11:6.
“Ofrecer sacrificios vivos” (Romanos 12:1) Ese es nuestro verdadero culto. Nuestra Religión Verdadera. Y se pide que sea conciente, bien pensada, por eso racional. Esto significa vivir consagrado día a día, y no solo los domingos en una liturgia religiosa. Esta última no mueve a nuestro Dios a misericordia. Contrariamente nos mira con tristeza.
Aceptemos la transformación plena de nuestro entendimiento, de tal manera que la vida que llevamos sea aceptable a Dios y todo eso hacerlo por fe.
Fe en Cristo Jesús que cargo todos mis pecados.
El es La Vida Eterna. Su Nombre Está Sobre Todo Nombre. Amén.

domingo, 23 de diciembre de 2007

”Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”.Isaías 40:8


Versiones Corruptas de la Biblia.
Por Enrique Ivaldi, Pastor Luterano –
Primera Parte.
LA BIBLIA es el libro más maravilloso y precioso en el mundo. En estos días de rápidos cambios y de fundamentos que se derrumban, qué bendecido resultará recordar lo que dice nuestro Señor Jesucristo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”, Mateo 24.35.
Que consuelo y fortaleza vienen al escuchar, “Para siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos”, Salmo 119.89.
Qué agradecidos estamos porque “... el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos;”, 2 Timoteo 2.19.
Debemos, no obstante, saber que la Biblia está siendo atacada. Satanás, quien tuvo éxito al venderle a Eva la primera “versión revisada” de la Palabra de Dios en el Edén, ha estado, seguramente, muy ocupado en el siglo veinte y en lo que va del veintiuno en la misma tarea. Hemos oído de la “explosión demográfica”, y de la “explosión del conocimiento científico” – pero estamos ahora en medio de una “explosión de traducciones bíblicas”, un verdadero diluvio de ‘nuevas Versiones de la Biblia’, traducciones, revisiones, y paráfrasis, todas clamando ser “la más segura”, “la más legible” y “la más actualizada”.
La publicidad y venta de estas “nuevas” Biblias ha llegado a ser un negocio altamente productivo, empleándose toda la artillería psicológica del marketing post-moderno para endosárselas al público.
Algunos piensan que esta proliferación de versiones de la Biblia es magnifica. No obstante, gente seria, dada a la reflexión, podría eventualmente preguntar, “¿Cuál de estas Biblias es la Biblia real – la verdadera Palabra de Dios?”
En 2 Corintios 2.17 el Espíritu de Dios alerta contra los “...muchos, que medran falsificando la palabra de Dios”.
Por lo tanto, no sorprende al estudiar la Historia de la Iglesia, descubrir que tales intentos por corromper la Palabra de Dios se han hecho notoriamente indudables en los alterados, contaminados y revisados manuscritos que se propusieron como Palabra de Dios en distintas épocas.
Desgraciadamente, muchas personas hoy no advierten que corrupciones aún mayores de la Palabra tienen lugar delante de nuestros propios ojos.
El propósito de estas líneas es compartir con el pueblo del Señor, de modo simple y breve, alguna información significativa que hemos hallado al evaluar este tema.
Investigación más amplia y minuciosa se hará necesaria para todo Cristiano responsable.
Es casi imposible en este escrito trazar la línea de la historia y preservación de la Verdadera Palabra de Dios a lo largo de los siglos. Sin embargo, en la Providencia Divina, dos hechos relevantes sucedieron en los siglos 15 y 16, por los cuales deberemos estar eternamente agradecidos: Primero, la invención de la Imprenta; segundo, la Reforma Protestante.
Fue la combinación de esos dos desarrollos lo que hizo posible la traducción y publicación de la Versión Autorizada, conocida como King James Version (KJV); y asimismo la Versión Original de Lutero, la Versión de Casiodoro de la Reina, la Biblia Portuguesa Ferreira de Almeida y otras originadas por los Reformadores.
Desde entonces hasta ahora, estos dones maravillosos de Dios han cambiado el curso de la Historia –y gozamos aún hoy de sus beneficios.
Toda la teología de la Reforma, y la de los herederos de la Reforma hasta el siglo 19 inclusive, se ha desarrollado y está fundada en estos textos providenciales.
En el último segmento del siglo 19, Satanás y sus ángeles planearon la demolición de la iglesia minando su fundamento, la Biblia.
El libro “Origen de las Especies”, del ex seminarista Charles Darwin, fue ciegamente aceptado como “la nueva luz sobre un viejo problema” por los “académicos” de aquella época, obsesionados largo tiempo por el racionalismo y el humanismo, corrientes profanas, nacidas en el mismo siglo 16, y caracterizadas por su antropocentrismo anti-bíblico de origen pagano.
Teorías y “métodos” de “alta critica” y “criticismo textual”, se desarrollaron y entreveraron en la jerga académica, de manera tan intrincada, que el hombre común no pudo percibir que aquellos eran ataques directos y reales contra la Palabra de Dios---aún cuando se argumentaba, con sutileza, que era “un esfuerzo para proveer al lector con un texto ‘más correcto’ del Nuevo Testamento”, y “traducir el Nuevo Testamento de un modo más inteligible”.
El desplazamiento hacia estas nuevas versiones fue, inicialmente, muy lento; ahora, por el contrario, comprobamos con estupor cómo se han desalojado las Versiones fieles por textos espurios, basados en manuscritos semejantes, si no los mismos, (de origen Arriano), a los que acuden los Testigos de Jehová.
Con la finalidad de comprender con propiedad el problema de las modernas, y corruptas, versiones de la Biblia, resultará importante señalar dos factores: Primero, la confiabilidad del documento que se traduce. Segundo, el conocimiento, habilidad y fidelidad a Dios de los traductores.
En ambos parámetros, la King James Version, la Biblia del Oso, y la de Lutero, permanecen inigualadas.
En 1881, influenciados por, y partidarios de, la “Teoría de la Evolución”, dos hombres, no confesantes de la Fe Evangélica ortodoxa, Brooke Foss Wescott y Fenton J. A. Hort, produjeron una versión muy diferente del Nuevo Testamento Griego –una que difiere con el Textus Receptus (el Griego subyacente a la KJV, por ejemplo) en más de 5.700 pasajes. El Texto Griego de Wescott-Hort fue, más tarde, utilizado como la base de la English Revised Bible y la American Standard Version. Es el fundamento textual del Griego de Aland-Néstle y de Sociedades Bíblicas Unidas. Este texto da preeminencia a dos Manuscritos corruptos – el Vaticanus (Codex B), que fuera hallado en la Biblioteca del Vaticano en 1481 (fue conocido por los traductores de la King James, pero ellos lo descartaron), y el Sinaiticus (Codex Aleph), el cual, a su vez, fue encontrado en un canasto de desperdicios, en el patio del Monasterio situado al pie del Monte Sinaí, en 1844. El Vaticanus-Sinaiticus fue copiado, a su vez, desde una misma fuente en el siglo 4
(bajo el dominio casi universal del Arrianismo); Wescott y Hort le dieron gran importancia basados en el hecho, según argumentaban, -no decisivo, por otra parte-, de su antigüedad.
Está claro que una cosa no es más verdadera que otra tan solo por ser “más antigua.”
Tischendorf, el hombre que descubriera el manuscrito Sinaiticus, anotó por lo menos 12.000 cambios introducidos en el manuscrito por manos ajenas al copista original.
Es difícil comprender por qué documentos como ésos pueden simplemente lograr que se pase por alto el hecho simple de que el Texto Griego que subyace a la KJV y otras versiones de la Reforma (el Textus Receptus o Texto Mayoritario) tengan una fidelidad básica del 90-95% con todos los manuscrito conocidos vinculados con la Sagrada Escritura, cuyo número ¡ASCIENDE A MAS DE CINCO MIL MANUSCRITOS!

LA “ENGLISH REVISED BIBLE (ERV)” (1885) Y LA “AMERICAN STANDARD
BIBLE (ASV)” (1901).
El primer ataque a gran escala sobre la Palabra de Dios vino con la publicación de la ERV en 1885, y su contraparte, la ASV, en 1901.
Sólo unas pocas voces de protesta se dejaron escuchar. Muchos honestos defensores de la fe en aquellos días no fueron advertidos, según parece, que la ASV difería con la KJV en más de 36.000 pasajes; o que el Texto Griego subyacente a la traducción de la ASV (Texto de Wescott Hort) difería del Textus Receptus (subyacente a la KJV y otras Versiones de la Reforma) en más de 5.700 instancias. Posiblemente la ortodoxia de aquellos tiempos estaba combatiendo en otro frente: la infiltración de los Liberales en Academias y Seminarios; o tal vez, se debió al hecho de que la ASV nunca, realmente, alcanzó una aceptación general.
Como sea, no fue sino hasta la aparición de la REVISED STANDARD VERSION (RSV) en 1946 y 1952, que los Cristianos fieles comprendieran hasta qué punto una versión espuria de la Biblia podía ser usada como instrumento de Satanás.

LA “REVISED STANDARD VERSION (RSV)”.
Varios en el pueblo de Dios despertaron cuando la RSV fue publicada en 1952. Esta versión, supuestamente una revisión de la ASV de 1901, eliminaba la palabra “virgen” (Heb. “almah”) en la profecía del nacimiento virginal de Cristo en Isaías 7.14” He aquí que la virgen concebirá”; hacía otros numerosos y descarados cambios; y llevó el “copyright” del apóstata “Concilio Nacional de Iglesias”.
Las protestas se dejaron oír desde diversos lugares. Lamentablemente, muchos fallaron al no ver que varios de los item que hallaban como objetables en la RSV ya se encontraban en la ASV. El furor contra la RSV se fue extinguiendo poco a poco. Sin embargo, esta fue la versión que preparó el campo y pavimentó el camino para las futuras perversiones de la Escritura. Ella condicionó a la gente a “aceptar cambios” en la Biblia –cambios dictados por “los académicos modernos”. Al menos, la RSV dejaba la palabra “virgen” en las referencias al nacimiento de Cristo del Nuevo Testamento. Futuras versiones en Inglés, como la “GOOD NEWS FOR MODERN MAN” (1966) y la “GOOD NEWS
BIBLE” (1976) (modelos de la lamentable paráfrasis “Dios Habla Hoy”), se encargaron de remover definitivamente el vocablo tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento.
En estas versiones, hechas bajo el punto de vista heterodoxo y herético del Jefe de la Comisión, Dr. Robert Bratcher, se excluyó, asimismo, el precioso vocablo “sangre” de Cristo en varios pasajes del Nuevo Testamento. Fue remplazado por el termino “muerte”, o “costoso sacrificio”, (palabras no objetables, siempre y cuando estén en su propio lugar en el texto original). Asimismo, Bratcher, Unitario, omite varios pasajes que aluden a la Deidad de Cristo. Esta versión, y sus duplicados en otras lenguas, es una de las peores jamás producidas; como otras, hace uso de un lenguaje burdo e insípido; sin embargo, se han distribuido por millones, gracias al llamativo endoso de personas como Billy Graham, Bill Bright y otros predicadores del movimiento Evangelical.

LA “LIVING BIBLE” (1967 y 1971).
Citamos Biblias editadas en Inglés ya que ellas, o la mayoría de ellas, han sido luego vertidas a otros idiomas (La Reina Valera “Actualizada” es a la Reina 1909 lo que “New King James Versión” es a la King James; la NASV es paralela con la “Biblia de las Américas”, etc.)
Esta “Living Bible” no constituye en realidad una traducción, sino otra paráfrasis. Promocionada asimismo por Billy Graham , vendió unos 20 millones de ejemplares y enriqueció a su autor, Ken Taylor. Es de fácil lectura, pero sacrifica la Verdad en muchos lugares. Taylor admite que él se apartó de la traducción “palabra por palabra”, adoptando el sistema de paráfrasis llamado “equivalencia dinámica”, un “sistema” que permite que cada uno haga decir a la Biblia lo que su tendencia personal le sugiere.
Estos autores han dejado de lado los dos principios esenciales: el Texto confiable, y la habilidad, talento y lealtad a Cristo y Su doctrina.
Taylor, por su parte, dijo haber utilizado la ASV de 1901 como “base” de su aventura, es decir, trabajó sobre un texto ya profundamente corrupto. Como otras”versiones”, elimina vocablos preciosos para la fe Cristiana como “Gracia” (en Juan 1.17; Hechos 4.33; 15.11; 20.24; Romanos 3.24; 2Corintios 9.8; Efesios 2.8-9; Judas 1:4; y “Arrepentimiento” en Mateo 9.13 (también la NVI) y Hechos 13.24. [Entre nosotros es funestamente inolvidable el término “mensaje de Dios” en lugar de “Palabra de Dios”, y la sustitución de “Gracia” por “Bondad”]. Se hacen cambios significativos en materias tales como Génesis 1.1-2; y una profecía sobre Cristo en Zacarías 13.6. Se modifica el significado de Romanos 8.28; y en 1 Timoteo 3.11, se requiere de la esposa de un Diácono no ser “una borracha”. Como en otras versiones, se usa lenguaje vulgar, como en Juan 9.34; 11.39 y 2 Reyes 18.27.

LA NEW AMERICAN STANDARD VERSION.
La NASV se presentó como la BIBLIA de los conservativos evangélicos. El Prefacio menciona que la NASV “fue producida con la convicción de [rendir] las palabras de las Escrituras tal como éstas se han recibido originalmente en el texto Hebreo y Griego inspiradas por Dios”.
El problema básico, sin embargo, se hace evidente en esta declaración, “La traducción sigue los principios utilizados en la American Standard Version de 1901, conocida como la Roca de la Honestidad Bíblica”. ¿Quién ha dado este título a la ASV? En los principios de la “Revisión”, se dice, “Al revisar la ASV, se prestó consideración al mejor texto Griego. Generalmente se siguió la edición 23era. del Texto Griego de Néstle.” Y aquí arribamos otra vez al eje de la cuestión de todas estas modernas traducciones de la Biblia: todas siguen el corrupto Texto Griego de Wescott-Hort, y no el Textus Receptus.
El Deán Dr. John William Burgon y otros asociados produjeron, a partir de 1883, insuperables materiales de estudio académico, demostrando la falsedad de las teorías documentales de Wescott-Hort, sobre el fundamento de la evaluación de los Manuscritos que componen tanto el Textus Receptus como los Codex Aleph y B, los dos Manuscritos corruptos sobre los cuales Wescott-Hort inventaron su fraudulento Texto Griego, que es el modelo de Aland-Néstle y SBU. Burgon y otros eruditos apelaron no sólo a los Manuscritos existentes, sino a pruebas de la Patrística, Leccionarios y Liturgias, de todo lo cual surge científicamente la legitimidad del Textus Receptus y la falsedad del Texto
Wescott-Hort.
Tanto este Texto como los de Aland-Néstle y SBU dependen de las espurias lecturas de los Codex Vaticans Sinaiticus, el “B” (Vaticanus) y el “Aleph” (Sinaiticus).
La médula de la cuestión (desconocida por muchos) es ésta: EXISTEN DOS CUERPOS DE MANUSCRITOS SUBYACENTES DETRÁS DE LAS VERSIONES DE LA BIBLIA: uno es el Textus Receptus, en el Nuevo Testamento, y el Texto Masorético de Ben Chayim, para el Antiguo Testamento (sobre el que se rinden la KJV, Reina, hasta 1909, la Versión Original de Lutero, la Ferreira de Almeida Corregida, la Rusa del Santo Sínodo, la Islandesa Gottschkalsson, etc.), y el otro cuerpo, sobre el cual se están produciendo las “versiones modernas”(“Dios Llega al Hombre”, RVA, NVI, Biblia de Jerusalén, etc.), integrado por el Texto de Wescott-Hort y un texto emanado y aprobado por el Vaticano y otras Sociedades Bíblicas “Protestantes”, en 1937, llamado, “Biblia Hebraica Stuttgartensia”, o BHS, el Texto “Leningrado Ms B 19ª” o texto de “Ben Asher”, publicado en 1971 por el Instituto Bíblico Pontificio.
El Texto Masorético providencialmente preservado por Dios, a través de Rabinos leales a su tradición, es el llamado “Texto de Bomberg”, o “Ben Chayim”; y éste, así como el Textus Receptus en Nuevo Testamento, fueron los utilizados por los traductores de la KJV, Reina, Lutero Original, la Biblia Italiana Diodatti, la Húngara Erdosi, la Holandesa Calvinista De Grave, y otras ya nombradas, etc.
Recuerde esto: las traducciones legítimas tienen un Texto del NT con 90-95% de concordancia en más de 5.000 Manuscritos. Las espurias reposan en sólo dos Códices, que ni siquiera coinciden entre sí. Estos textos han mutilado miles de palabras y pasajes de la Sagrada Escritura, introducido, a su vez, otras, y deformado otras tantas.
Siendo la English Revised Bible la primera de estas versiones falsificadas de la Escritura, será interesante anotar aquí uno de los comentarios de Gail Riplinger, relativo a las investigaciones del Dr. Jack Moorman, que denotan la superioridad indiscutida de la Versión Autorizada.
Moorman revisó los antiguos Manuscritos Unciales A, C y D, y comprobó que coincidían con la King James Version dos por uno y tres por dos. Luego examinó los alfabetos Unciales, y el resultado fue tres coincidencias sobre cuatro. En tanto, se halló que el Sinaiticus en uso tiene unas quince mil doscientas enmiendas posteriores a su redacción original.
La King James Version prevalece, pues, más que ampliamente en su fidelidad.
Pero esto no es todo. Moorman examinó otras antiguas versiones del Nuevo Testamento, y halló que los 60 Antiguos Manuscritos Latinos coincidían con la KJV dos por uno; los trescientos manuscritos de la Peshitta tienen una coincidencia de tres por uno (de cada cuatro, tres coinciden plenamente); igual proporción con los Manuscritos Góticos; los Armenios, dos de cada tres. Las citas bíblicas de los Padres de la Iglesia, conservadas en número de 87.000 por el Museo Británico, presentan dos citas de cada autor en concordancia. La antigüedad del Texto fundamental de la KJV incorpora la Versión Gótica, fechada en 360; la Versión Anglo-Sajona, fechada entre 600 y 900; la traducción de Wycliffe, en 1381, y la de William Tyndale, en 1526. Al comparar estas versiones con la King James Version, contrastándola con las “nuevas versiones”, no cabe duda de que la KJV y sus similares son EL TEXTO históricamente utilizado por la iglesia en un período tan antiguo como 360 DC.
Los herederos de la Reforma confesamos no sólo la Inerrancia e Inspiración Verbal, sino, asimismo, la Preservación Providencial
Salmo 12. 6-7 “Las palabras de Jehová son palabras limpias. Como plata refinada en horno de tierra. Purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás. De esta generación los preservarás para siempre”.
1 Pedro 1. 23-25”siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba. Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae”.
Mateo 24:35”El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”
Isaías 40:8”Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre”.

LA NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL.
Como la NASV, la Nueva Versión Internacional fue elaborada por aquellos que dicen
“sostener un elevado criterio sobre las Escrituras”.
Gerenciada originalmente por la Sociedad Bíblica de Nueva York y actualmente por Zondervan Inc., esta versión apareció en 1973, con el Antiguo Testamento propuesto para 1978. Su presentación original mencionaba que sus traductores representaban “un amplio espectro de la Cristiandad evangélica”. No se definió como una nueva “revisión”, sino como una traducción “completamente nueva”; “hecha por numerosos académicos trabajando directamente sobre el Griego”.
El Texto Griego se calificó como “ecléctico”. Dicho de modo accesible, esto significa que el grupo hizo una selección de textos y dijo que esta selección se hacía “de acuerdo con los principios correctos del criticismo textual”. Sin embargo, no mencionaron cuáles eran esos “principios” –ya hemos visto como se ha venido socavando la Escritura sobre bases de unos supuestos “correctos principios de crítica textual”.
Cuando usted examina el texto, encuentra que la NVI omite muchos de los versículos y pasajes ya excluidos por la ASV y la NASV. Un problema adicional, además, surge del hecho que, donde un versículo completo es omitido, incluso el número del versículo se descarta y sólo una referencia remite al lector a una nota al pie donde se provee una explicación y se rinde el versículo faltante, dándose la impresión de que éste “es inseguro” y contenido “en ciertos manuscritos”. Lo que no se dice que esos “ciertos manuscritos” son los Cinco Mil que conforman el Textus Receptus, en tanto la NVI sigue el ya conocido esquema textual de Wescott-Hort, al que se llama “textos originales”. “Todas las versiones subsecuentes a la RSV”, escribe John Kohlenberg, “han adoptado su esquema... y aceptan el Texto Griego de Wescott-Hort” como el texto original (“Words about the Word”, 1987, p. 42). La evidencia que ofrece la NVI es la ya conocida por las anteriores “versiones”; palabras del texto son eliminadas; se agregan otras y vocablos esenciales son modificados. Últimas ediciones en Inglés comienzan a mostrar nuevas “revisiones de la revisión”, donde ahora aparece el “lenguaje inclusivo” (eliminación de las referencias masculinas a Dios). Esta semeja ser una tendencia: revisión por revisión, el Texto divino se licua y va “apareciendo” otro que difiere del original. Hay presiones de comunidades “Cristianas” de gay y lesbianas sobre textos definidos; y también hay quienes acusan de “antisemitismo” al texto de los Evangelios, especialmente al de Juan.
También se hacen sentir influencias de la teología del “Church Growth Movement”.
Muchos Cristianos honestos de habla Hispana, incluso hermanos que se esfuerzan por mantener viva la llama de la pura doctrina Bíblica, desconocen estos hechos, ya que no se enseña sobre ello en Seminarios ni Academias.
La infiltración de la teología Liberal y la desconfesionalización comenzó a mediados del siglo 19, poco antes de que Wescott-Hort montaran su artimaña textual.
Hay profesores, ya retirados, que fueron instruidos por maestros tan poco recomendables como Bultmann, Tillich, Jeremias, o Barth.
La heterodoxia fue la norma del siglo 20. No existe literatura en Español que no siga eminentemente estos lineamientos de la heterodoxia, aunque pareciera alentador que en los últimos años se haga notar un esfuerzo editorial (y “virtual”), proveniente de la Iglesia
Reformada sobreviviente y de algunos grupos de la resistencia Luterana, que buscan el retorno a la identidad de una correcta teología bíblica y a los Reformadores. Para que esto se haga posible, debe comprenderse previamente la cuestión aquí expuesta. No se puede retornar a la teología de la Reforma ni construirse sobre ella, si el único fundamento de la Iglesia, la Biblia, no es la Biblia sino otro texto.
Los hermanos que ingenuamente acuden a “Dios Llega al Hombre”, o a la “Nueva Versión Internacional”, creen que todos los Cristianos “de hoy día” utilizan la DHH o la NVI. Gracias a Dios no es así. Gracias a Dios, si una mirada más amplia se extiende más allá, y hacia atrás, hacia la Historia de la Iglesia Cristiana, de los Apóstoles a Juan Crisóstomo y San Agustín; de ellos a Gottschalck, de Gottschalk a Wycliffe, de éste a Huss y Jerónimo de Praga, pasando por los Valdenses del Piamonte, llegando a Tyndale, Lutero, Calvino, Beza, Turretin, Latimer, Hooker, Owen, Spurgeon y tantos otros, se verá que las sesenta y cuatro mil palabras perdidas en la DHH y la NVI, finalmente, no se han perdido, ni se perderán, jamás, de la Iglesia de Dios hasta el Retorno de Cristo.
“Mis palabras no pasarán”, ha prometido el Señor Jesús.
“Las palabras del SEÑOR son palabras puras, como plata refinada en horno de barro, purificada siete veces. Tu las preservarás, SEÑOR; de esta generación las librarás para siempre.” (Salmos 12.6-7). Amén.
* * * * * * *
Usted puede ingresar al link siguiente para la Segunda Parte:

http://comunidad.ciudad.com.ar/argentina/capital_federal/luteranos/El%20Caso%20de%20las%20Versiones%20Corruptas%20de%20la%20Biblia.pdf

Contenido:
APÉNDICE I. VERSÍ CULOS REMOVIDOS.
APÉNDICE II. OTRAS DISTORSIONES DE LA NVI.
APÉNDICE III. OTROS ERRORES.
SOLI GLORIA DEO.
Biibliografía Consultada y Recomendada.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Mecanica cuantica: el gato de Schrodinger

La Ley De Causa y Efecto
Desde la concepción puramente física de la causalidad lo único observable viene a ser la sucesión regular temporal de la relación causa efecto.
En cambio, en el acontecer de la microfísica, fundamentalmente incompleta a la negación positivista de la ley de causalidad, en el dominio atómico (Física Cuántica) queda a merced de lo indeterminado.
Sin embargo, formulada Como Causa Primera” es Dios la que la gobierna y no está dentro del ámbito contingente.
En esa virtud, el principio de causalidad no está gobernado por la sola experiencia del observador, sino que es Dios la que la determina.
Esa fue la razón por la cual Albert Einstein declaró “Dios no juega a los dados”.
El azar, la determinación o indeterminación, no pueden ser inferidos causalmente en el raciocinio del hombre.
Pablo la formula de la manera siguiente:
Gálatas 6:7-9
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
La causa primera gobernada por Dios está claramente determinada en la siembra, sea para la carne para segar corrupción; sea para el espíritu para su efecto de vida eterna.
Termina exhortando a hacer el bien constantemente para segar a su época la vida eterna.
¿Y qué es la vida eterna?
Juan 17:3
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
¿Y cómo se le conoce a Dios?
Reconocer que somos hombres imperfectos y pecadores:
Romanos 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios
En esa condición estamos separados de Dios.
Romanos 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro
Saber que Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecado del hombre. A través de Jesús podemos conocer a Dios y experimentar su amor.
Romanos 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros
Jesús es el único camino a Dios
Juan 14:6 Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Debemos recibir a Cristo
Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios
Recibimos a Cristo mediante la fe
Efesios 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Cuando recibimos a Cristo experimentamos un nuevo nacimiento
Juan 3:3,5,6... el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Conclusión:
De Esta Manera Se Está Preparado Para Sembrar Para El Espíritu Y Segar Del Espíritu Vida Eterna.
Acepta A Cristo Jesús Como El Señor Y Salvador De Tu Vida.
Confiésale A Él Que Eres Pecador Y Pídele En Oración Que Entre A Ser Parte Principal De Tu Vida Espiritual, Y Cosecharás La Vida Eterna.

lunes, 17 de diciembre de 2007

De Cristo Ha Aprendido El Que Ama A No Descubrir Nada Y Así Tapar La Multitud De Los Pecados




Sören Kierkegaard
1 Pedro 4:8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.
Fragmento de "Las obras del amor: Meditaciones cristianas en forma de discursos"
Lo temporal tiene tres edades y, en consecuencia, propiamente nunca es con plenitud; en cambio, lo eterno es. Un objeto temporal puede tener muchas y diversas propiedades; en cierto sentido podemos afirmar que las tiene de una vez, en cuanto que es lo que es en estas propiedades determinadas. Pero lo que jamás tiene un objeto temporal es una reduplicación en sí mismo; de la misma manera que lo temporal desaparece con el tiempo, así tampoco es otra cosa que lo que meramente sea en sus propiedades. En cambio, cuando lo eterno se da en un hombre, ello se duplica de manera en éste, que siempre que persista en él se dará de doble modo, a saber: en la dirección hacia lo exterior y en la dirección de retorno a la propia interioridad, pero de tal suerte que ambas direcciones constituyan una misma y sola cosa, puesto que, en otro caso, no habría reduplicación. Lo eterno no es meramente en sus propiedades, sino que es sí mismo en sus propiedades; ni tampoco tiene solamente propiedades, sino que es sí mismo en tanto que las tiene.
Lo mismo que con lo eterno acontece con el amor. El amor es lo que hace y hace lo que es. En el mismísimo momento que el amor sale de sí mismo -dirección centrífuga- está siendo en sí mismo -dirección centrípeta-; y en el mismísimo momento que es sí mismo, está saliendo de sí mismo, volcándose fuera, de tal suerte que esta salida y este retorno, este retorno y esta salida, sean simultáneamente una misma y sola cosa. Así, por ejemplo, cuando decimos: "el amor da confianza", queremos significar con ello que el amante, por su íntima esencia, proporciona confianza a los demás. Es evidente que la confianza se extiende en todas partes donde hace acto de presencia el amor. Da gusto acercarse al que ama, pues junto a él no puede reinar el temor. Sí, el amor da confianza; en tanto que el desconfiado a todos los espanta lejos de su vera, en tanto que el astuto y el meticuloso no hacen sino expandir angustia y penosa inquietud en torno suyo, y en tanto que la presencia del dominante cohíbe como un aire apelmazado de tormenta. Pero a la par que decimos: "el amor da confianza", queremos significar también otra cosa, que el amante tiene confianza. Así está escrito: 1 Juan 4:17 "La perfección del amor en nosotros se muestra en que tengamos confianza en el día del juicio", es decir: que el amor hace confiado al amante en el juicio. Y lo mismo cuando decimos: "el amor libera de la muerte", tenemos repentinamente en el pensamiento una reduplicación, significando con ello que el amante libera a otro de la muerte y que también, en idéntico sentido o en otro diferente, se libera a sí mismo de ella.
El amante logra ambas cosas a la par, de suerte que no son sino una y sola cosa. No es que el amante salve a otro de la muerte en este momento, y en el siguiente se salve a sí mismo, sino que en el mismo momento que salva al otro se salva a sí mismo. Y el amor jamás piensa en lo último, en salvarse a sí mismo y alcanzar una confianza íntima, sino que el amante sólo piensa amorosamente en proporcionar confianza a los demás y salvarlos de la muerte.
¡Claro que no por eso queda el amante olvidado! No, en verdad que no queda olvidado el que por amor se olvida de sí mismo, el que olvida todos sus sufrimientos para pensar en los de otro, todas sus desgracias para pensar en las de otro, lo que él mismo pierde para meditar amorosamente en las pérdidas de otro, todas sus ventajas para contemplar las ajenas. ¡Hay Alguien que piensa en él! ¡Dios en los cielos! O digamos mejor: el amor piensa en él. Ya que Dios es amor, y ¿cómo iba Dios a olvidar al hombre que por amor se olvida de sí mismo?
¡El que ama nunca queda olvidado! Ya que mientras el amante se olvida de sí mismo sólo piensa en otro hombre, Dios está pensando en el amante. El egoísta está muy atareado y grita, mete ruido y tiene razón que le sobra para tomar muchas medidas contra el olvido. Pero a pesar de todo quedará olvidado muy pronto. En cambio el amor recuerda al amante que se ha olvidado de sí mismo. Hay Alguien que piensa en él, y a esto se debe el que el amante consiga todo lo que da.
Esta es la reduplicación: el amante es lo que hace, o llega a serlo; el amante tiene lo que da, o mejor dicho consigue lo que da. Esto es una cosa tan extraña como "que el alimento proceda del alimentado". Quizás alguno nos saldrá al paso diciendo:
— ¿Qué tiene de extraño el que el amante posea lo que da? ¿No es éste siempre el caso? Porque es evidente que nadie pueda dar lo que no tiene.
Desde luego, no cabe ninguna duda, pero yo le preguntaría a mí vez: ¿Se da también siempre el caso de que se siga poseyendo lo que se ha dado, o que uno mismo recibe lo que da a otro? ¿Se da siempre el caso de que precisamente se reciba dando, y que se reciba cabalmente lo mismo que se da, de suerte que este dar y este recibir sea una misma cosa? De ordinario no suele ser este el caso, sino al revés, que lo que yo doy lo alcanza otro, no precisamente yo que se lo doy al otro.
Esto quiere decir que el amor siempre entraña una reduplicación. Y esto también es válido cuando se afirma acerca de él, que el amor cubre la multitud de los pecados.
En la Sagrada Escritura leemos -y son las mismas palabras de quien era "el amor"- Lucas 7:47 que al que ama mucho le son perdonados sus muchos pecados. Porque el amor en él es como una cobertura de la multitud de los pecados. En este pequeño libro nosotros tratamos constantemente acerca de las obras del amor, es decir: que consideramos el amor en su dirección hacia fuera. Y es en este último sentido en el que ahora hablaremos acerca de que:
El amor cubre la multitud de los pecados. El amor no descubre los pecados; ahora bien, tenemos que afirmar que no descubrir lo que en realidad existe, al menos en la medida en que puede ser descubierto, equivale a cubrirlo.
El concepto de "multitud" es intrínsecamente algo indeterminado
El que ama no descubre nada, y en consecuencia encubre la multitud de los pecados, en cuanto que podrían ser descubiertos si se intentase. La vida del que ama se ajusta a las palabras del Apóstol según las cuales -hay que ser un niño en el espectáculo de la malicia. Lo que el mundo admira bajo el nombre de sabiduría es el hecho de entender mucho en malicia. Pero la auténtica sabiduría significa comprensión del bien. Y el que ama no desea tener ningún conocimiento del mal, sino que a este respecto siempre es y quiere permanecer siendo un niño.
Supongamos a un niño en una cueva de ladrones -a condición de que no esté con ellos tanto tiempo que se llegue a contaminar-, por lo tanto supongamos a un niño que ha estado un corto período de tiempo en una cueva de ladrones y que acaba de llegar otra vez a su casa, dispuesto a contarnos toda su reciente experiencia. No cabe duda que el niño -cualquier niño que sea- como buen observador que es y en posesión de una memoria prodigiosa, nos contará con pelos y señales todo lo que pasaba en la cueva, pero de tal manera que, a pesar de todo, lo más esencial no entraría en la narración, de suerte que quien no supiera de antemano que el niño habla estado en una cueva precisamente de ladrones, tampoco lo descubrirla ateniéndose a la escueta narración infantil. ¿Qué era lo que el niño dejaba fuera, lo que el niño no había descubierto? Precisamente el mal. Con todo la narración del niño relataba exactamente lo que éste había visto y oído. Entonces ¿qué es lo que le falta al niño? ¿Qué es esa cosa que con tanta frecuencia convierte la narración de un niño en una sátira profundísima respecto de los mayores? No es otra que la falta de entendederas en cuanto a la malicia ya que el niño no tiene ni idea del mal en cuanto tal, y lo que es más, tampoco siente ningún placer en adquirirla. En este aspecto el niño se asemeja al que ama.
Porque en el fondo, para entender acerca de algo, se necesita sobre todo que haya un entendimiento mutuo entre el que ha de entender y lo que ha de ser entendido. Por esta razón también se puede afirmar que el que entiende la maldad -y esto por más que la gente se empeñe en imaginarse que por ese camino puede conservarse limpia, ya que solo se trata de un puro conocimiento de la maldad- está por mucho que diga en entendimiento con la maldad. Y no cabe duda que si no estuviera por medio este entendimiento previo, la persona razonable no encontraría ningún placer en llegar a alcanzar semejante comprensión, al revés, le daría asco y no querría llegar a tener tales conocimientos. Semejante comprensión significa en el mejor de los casos una malsana curiosidad respecto del mal; o encierra una intención solapada de excusar las propias faltas en la medida en que se constata la extensión que va teniendo el mal; o, finalmente, expresa un afán hipócrita de cotizar más alto su propia valía a expensas de la consabida corrupción ajena. Pero ¡cuidado! Porque si por curiosidad se le da al mal el dedo meñique, pronto nos tomará el brazo entero; además ningún peculio es más peligroso que el de tener excusas siempre a mano; y, finalmente, es de seguro una mala manera de ser bueno ésa de serlo o sentirse tal en virtud de las comparaciones que se establecen con la maldad de los demás.
Y si estas formas lejanas de estar en entendimiento mutuo con el mal son capaces de descubrir la multitud de los pecados, ¿qué descubrimientos no hará esa comprensión todavía más confidencial, que en realidad no es más que un pacto formal con la malicia? Lo mismo que el enfermo de ictericia todo lo ve amarillo así también el hombre de semejante comprensión va descubriendo, a medida en que se hunde más y más, que es mayor la multitud de los pecados en torno suyo. Sus ojos, desgraciadamente, se agudizan y se apantallan para ver todo lo más que puedan la mentira, no la verdad; y en consecuencia su mirada cada vez estará más enredada, de suerte que de una manera contagiosa no verá más que lo malo por todas partes, descubriendo lo impuro incluso en las cosas mas puras.
¡Ay, qué tremendo, este modo de mirar las cosas se le convierte, sin embargo, en una especie de consuelo, ya que en cierto sentido tiene una necesidad imperiosa de descubrir una creciente multitud de pecados! Hasta que al fin ya no hay ningún límite para sus descubrimientos; ya que descubre pecados incluso donde sabe que no los hay, y, sin embargo, los sigue descubriendo, disparado por sus mismas sinuosidades, sus calumnias y sus fabulaciones mentirosas, en las que está tan ejercitado; hasta que al fin él mismo termina por creer todo lo que ha descubierto. ¡El, que ha descubierto la multitud de los pecados!
Pero el que ama no descubre nada. Cuando el amante, que no descubre absolutamente nada, encubre de esta manera la masa de los pecados, nos encontramos con un fenómeno que reviste una solemnidad infinita y al mismo tiempo es como si estuviéramos contemplando un espectáculo infantil, algo que recuerda un juego de niños, sí, ¡un juego de niños! ¿No habéis jugado nunca con un niño a la gallinita ciega? Entonces, jugando, hacemos como que no vemos al niño que no obstante está delante de nosotros, o el niño juega a que no nos ve, mientras que se divierte de una manera indescriptible. Lo infantil de ese fenómeno aludido está en que el amante, como en un juego, no acierta a ver con los ojos abiertos lo que pasa cabalmente delante de él; y lo solemne del mismo fenómeno consiste en que es el mal lo que aquél es incapaz de ver.
Piensa ahora -para referirnos al ejemplo más sublime de todos-, piensa en Cristo cuando estaba ante el Sanedrín, y piensa en la multitud enfurecida y en el círculo de los entonces distinguidos. ¡Ay, y piensa también en aquel inmenso oleaje de miradas dirigidas hacia El, de miradas escrutadoras que sólo esperaban a que El cruzase sus ojos con los de ellos para que aquellas miradas le pudiesen clavar en su rostro de ajusticiado todas las befas, el desprecio, la lástima y el odio que le tenían! Pero Cristo no descubría nada, sino que amorosamente encubría la multitud de los pecados. Imagínate aquella avalancha desencadenada de injurias y desprecios y bromas hirientes; imagínate aquel inmenso griterío. Con la particularidad de que cada uno de los que gritaban se guardaba muy bien de que su voz se oyese tanto como la del que más, para evitar a toda costa el enorme ridículo que habría sido mostrarse negligente en semejante caso, o sin ganas de colaborar con los demás, ¡tratándose precisamente de un referéndum, es decir del instrumento de expresión de la auténtica opinión pública, para despreciar, herir y maltratar a un inocente! Pero Cristo no descubría nada, y cabalmente no descubriendo nada, ocultaba amorosamente la multitud de los pecados.
Y Cristo es el modelo. De Cristo ha aprendido el que ama a no descubrir nada y así tapar la multitud de los pecados. Por eso el que ama, como digno discípulo del Maestro, "abandonado, odiado y con la cruz a cuestas", va avanzando entre las befas y las lástimas, entre los escarnios y los gritos de muera, y no obstante sin descubrir nada en virtud del amor que lo habita y lo transporta milagrosamente, más milagrosamente incluso que en el caso de los tres jóvenes que salieron ilesos del horno de fuego ardiente. Al fin de cuentas las befas y los escarnios propiamente no causan ningún daño, a no ser que el escarnecido se dañe descubriendo, es decir: amargándose. Pues en cuanto uno se amarga, ya está descubriendo la multitud de los pecados.
Y para que veas con toda claridad cómo el amoroso oculta la multitud de los pecados al no descubrir nada, procura representarte este fenómeno a la luz de un nuevo amor. Suponte que este amoroso tuviera una esposa que lo amaba. Precisamente porque lo amaba descubriría más íntimamente el mucho daño que intentaban hacerle; sí, herida en lo más íntimo, descubriría cada una de las miradas de burla que lo dirigían y con el corazón deshecho oiría los gritos del escarnio; ¡mientras él, el amoroso, no descubría nada! Y ahora suponte que el amoroso, en cuanto no podía evitar el ver u oír lo que pasaba, estuviese dispuesto a confesar que él era seguramente el equivocado, con el fin de disculpar a los que lo atacaban. Entonces no cabe duda que su esposa tampoco descubriría en él la más mínima falta, al revés, no haría sino ver todavía con mayor fuerza lo mucho que los otros lo injuriaban. Con esto, y en tanto meditas lo que la esposa descubría con toda razón, ¿no estás viendo qué verdad es que el amoroso, no descubriendo nada, cubre la multitud de los pecados? En fin, aplica todo esto a las demás circunstancias de la vida, y no podrás por menos de conceder que el amoroso realmente oculta muchísimas cosas.
El amor cubre la multitud de los pecados- ya que cuando no puede, evitar el ver u oír algo, entonces lo encubre con el silencio, con la disculpa o con el perdón.
Con el silencio cubre la multitud de los pecados:
A veces acontecerle que una pareja de enamorados desean mantener ocultas sus relaciones. Suponte ahora que en el momento en que estos se prometen mutuamente amor y guardarlo en silencio, se encontrase junto a ellos por pura casualidad un tercero, con la particularidad de que se trataba de un hombre noble y amoroso, en quien se podía confiar. Naturalmente, este buen hombre les prometió también guardarlo en silencio. ¿Habría entonces dejado de ser oculto el amor de esta pareja? Y el amoroso se comporta siempre de esta manera, cuando de improviso, por pura casualidad, pero sin nunca pretenderlo, llega a enterarse del pecado de un hombre, de una falta cualquiera en la que haya delinquido, o de cualquier atolondramiento a propósito de una que otra fragilidad: el amoroso lo calla y así encubre la multitud de los pecados.
Alguno, ni corto ni perezoso dirá:
—La multitud de los pecados siempre será la misma, cállense o no se callen, puesto que el silencio ni quita ni pone, porque en realidad sólo puede callarse lo que existe.
Preferiríamos que el que dice esto nos contestase a la siguiente pregunta: ¿Acaso no acrecienta la multitud de los pecados el que cuenta las faltas y los pecados del prójimo? Aun suponiendo que la multitud de los mismos permanezca idéntica por el hecho de que me calle o cuente lo que sé sobre el particular, sin embargo, en cuanto me callo, estoy haciendo lo que debo para ocultarlo. Nosotros mismos solemos decir con frecuencia que los rumores no hacen sino exagerar las cosas; o lo que es lo mismo, que las empeoran. Pero no es en este sentido en el que estoy pensando ahora. No, es en otro sentido completamente distinto en el que tenemos que afirmar que acrecientan la multitud de los pecados aquellos rumores que pregonan las faltas del prójimo.
No debe tenerse una idea demasiado ligera de este conocimiento acerca de las faltas del prójimo, como si no hubiese ningún problema por el hecho de que en definitiva sea verdadero lo que se cuenta. Porque la verdad es que no está exenta de culpa cualquier confidencia acerca de las faltas del prójimo, aunque sean ciertas; al revés, lo más fácil es que uno se haga culpable por el solo hecho de llegarlas a conocer. De esta manera acrecientan la multitud de los pecados todos los rumores, o quienes cuentan las faltas del prójimo. Con tantos rumores y palique los hombres se acostumbran a ser curiosos, superficiales, envidiosos y, probablemente, malvados, a costa de saber muchas cosas acerca de las faltas del prójimo, pero en realidad a costa de corromperse ellos mismos. Sería de desear que los hombres volviesen a aprender a callar. Y si en definitiva no pueden callarse, entonces al, menos que hablen lo que quieran de las cosas fútiles y sin importancia, pero que consideren que las faltas del prójimo constituyen inevitablemente un asunto muy grave como para hablar de él. Por eso mismo es un signo de corrupción el estar hablando siempre de ellas de un modo curioso, superficial y lleno de envidias. Por tanto no hace sino acrecentar la multitud de los pecados el que contando las faltas del prójimo fomenta la corrupción humana.
Por desgracia es una cosa demasiado evidente el enorme afán que tienen los hombres de echar el ojo en las faltas ajenas, y todavía ese afán sea quizá mayor cuando se trata de contarlas. Es algo tremendo, aunque -para emplear la expresión más benigna- no fuese más que una especie de debilidad nerviosa, lo que hace caer a los hombres con tanta facilidad en esa tentación incitadora de poder sacar los trapos sucios del prójimo en medio de la calle, logrando en seguida un auditorio atento hasta más no poder, gracias a una narración tan divertida. Y si esto ya es una cosa depravada considerándolo como mero placer de una cierta debilidad nerviosa que hace que el individuo en cuestión no sea capaz de callarse nada, ¿qué diremos cuando, lo que no es infrecuente, se trate de esa pasión espantosa, diabólica y consentida que domina a algunos individuos siempre en pos de la meta más maldita de todas? Se puede afirmar sin género de dudas que ningún ladrón, ningún salteador de caminos, ningún malhechor, en una palabra, que ningún criminal es en el fondo tan depravado como semejantes individuos, que se han impuesto como su única tarea y medio de vida el dar a la luz pública y con todos los recursos a su alcance, los defectos, las debilidades y los pecados del prójimo, proclamándolos con un denuedo que no emplean nunca ni las mismas voces dedicadas a la verdad, poniendo cátedra en todos los rincones del país, incluso allí donde apenas llegó nunca un anuncio de cosa favorable, y metiéndose en todos los escondrijos, incluso aquellos que no toca apenas la palabra de Dios. ¡Así de denodados son estos predicadores del mal, que quieren imponerle a todo el mundo, incluso a la misma juventud desarmada, los conocimientos infecciosos de que ellos hacen gala! ¿Acaso hay algún criminal que en el fondo esté tan corrompido como semejantes individuos? ¡Y esto aunque fuesen exactas las cosas malas que contaba! Sí, aunque fuesen exactas. Claro que no cabe en cabeza humana el que un individuo sea capaz de dedicarse con toda seriedad eterna y de una manera rigurosa a hacer un alegato verídico de la absoluta verdad de todas las cosas malas que nos acaba de contar, haciendo además hincapié en que está dispuesto a sacrificar su vida en el servicio de esta verdad abominable, que es el recuento de la maldad.
En el Padre Nuestro le pedimos a Dios que no nos deje caer en la tentación. Pues bien, ¡yo te pido, Dios misericordioso, que si alguna vez caigo en la tentación, una sola vez, no me niegues la gracia de que mi pecado y mi falta sean uno de esos que el mundo considera sin ambages como repugnantes y detestables! Porque lo más tremendo de todo es que uno cometa una falta, que, por cierto, clama al cielo... que uno vaya cometiendo faltas y más faltas, día tras día, sin nunca caer en la cuenta de ello, cabalmente porque todo el contorno y la propia existencia de uno se habían convertido en un espejismo haciéndole creer que no era nada, que no eran ni siquiera pecados, sino algo casi digno de mérito.

Finalmente, el amor cubre la multitud de los pecados con el perdón.
El hecho de callarlos no disminuye propiamente en nada la notoria multitud de los pecados; las explicaciones atenuantes ciertamente que disminuyen algo dicha multitud, porque logran aclarar que esto o lo de más allá no era en definitiva pecados, pero el perdón encierra la virtualidad de eliminar lo que innegablemente era un pecado. De esta manera el amor emplea varias tácticas para encubrir la multitud de los pecados, aunque hay que afirmar que el perdón es la más típica de esas tácticas amorosas.
Otra cosa acontece con el perdón en relación con la multitud de los pecados, a saber: que el perdón elimina el pecado perdonado.
Este es un pensamiento maravilloso, y por lo mismo también es un pensamiento de la fe; ya que la fe siempre está relacionada con aquello que no se ve. Yo creo que lo visible se deriva de lo invisible; yo veo el mundo, pero lo invisible no lo veo, lo creo. De esta manera entre "perdón" y "pecado" intercede una relación de fe, relación que apenas suele considerarse. ¿Cuál es aquí y en definitiva lo invisible? Lo invisible en este caso consiste en que el perdón desaloja lo que a pesar de todo existe; lo invisible consiste en que lo que se ve, no obstante no se ve; puesto que viéndolo, resulta de todo punto invisible el hecho de que no se vea. El amoroso está viendo el pecado que perdona, pero cree que el perdón lo hace desaparecer. Esto en realidad no puede verse, ya que lo que puede verse es el pecado; y además, si no se viese el pecado, ¿cómo seria posible perdonarlo? Por eso de la misma manera que la fe convierte en cierto sentido lo invisible en visible, así, también, aunque en sentido contrario, el amoroso cree que con el perdón desaparece lo visible. Las dos cosas son objeto de la fe. ¡Bienaventurado el que cree, porque cree lo que no puede ver! Y ¡bienaventurado el que ama, porque cree desaparecido lo que a pesar de todo podría verse!
¿Quién es capaz de creer esto? El que ama es capaz de creerlo. Entonces ¿por qué es tan raro el perdón? ¿Acaso no se debe a que la fe en manos del perdón sea tan débil y tan rara? Incluso los hombres bastante buenos, nada inclinados por su naturaleza al rencor o al odio, ni mucho menos pertenecientes a esa especie no infrecuente de hombres irreconciliables, suelen, sin embargo, exclamar: ¡Le perdonaría de mil amores, pero no veo que ello sirva de nada! “¡Claro que esto último tampoco es una cosa que se vea! Pero si alguna vez has tenido necesidad de que alguien te perdonara, entonces no ignoras de cuántas cosas es capaz el perdón. ¿Por qué te empeñas en hablar acerca del perdón de una manera tan inexperta o tan desamable? Porque no cabe duda que encierra mucho desamor esa frase: "¡No veo de qué le pueda servir mi perdón!" Esto no significa que nuestro propósito sea afirmar que un hombre ha de darse importancia por estar en situación de poder perdonar a otro, ¡ni muchísimo menos! , pues entonces nos enfrentaríamos de nuevo con un caso de desamor. Sin duda se dan ciertas formas de perdonar que a ojos vistas contribuyan a aumentar la culpa, en vez de disminuirla. Solamente el amor tiene la habilidad suficiente -permítasenos hablar de este modo, aunque parezca un poco bromista- de emplear el perdón de tal modo que desaloje el pecado. Cuando hago gravoso el perdón, ya sea porque he llegado a perdonar como a la fuerza, o dándome importancia por ello, entonces no acontece ningún milagro. En cambio si que acontece un milagro cuando perdono por amor, un milagro de la fe. Todo milagro, desde luego, es un milagro de la fe. ¿Qué extraño, pues, que junto con la fe hayan desaparecido también los milagros? Y este, milagro del amor que perdona, consiste: en que aquello que se ve, al ser perdonado ya no se ve.
Ha quedado borrado, ha quedado perdonado y olvidado, O como dice la Sagrada Escritura acerca de lo que Dios perdona: ha quedado escondido a sus espaldas. El que haya sido olvidado no significa, evidentemente, el que se lo ignore; pues lo que se ignora ni se sabe ni se ha sabido nunca. En cambio, lo que se ha olvidado, se supo alguna vez. Por esta razón, olvidar en este sentido sublime no es precisamente lo contrario del recuerdo, sino de la esperanza. Ya que esperando doy existencia con mi pensamiento a una cosa que todavía no existe; por el contrario, olvidando quito con mi pensamiento la existencia a lo que a pesar de todo existe, es decir, que lo elimino. La Escritura enseña Hebreos 11:1: que la fe se orienta hacia lo invisible, pero también enseña a la par que la fe es la firme seguridad de lo que esperamos; lo que implica que lo esperado sea semejante a lo invisible, ya que no existe de suyo, sino que recibe su existencia de la esperanza que lo piensa. El hecho de que Dios perdone los pecados es la antítesis de su creación; porque al crear, Dios está sacando algo de la nada, mientras que perdonando arroja de nuevo algo a la nada. Lo que está oculto a mis ojos, no lo he visto nunca; pero lo que está escondido a mis espaldas, lo he podido ver y lo he visto alguna vez. Cabalmente ésta es la manera que tiene el amoroso de perdonar: el amoroso perdona, olvida y borra el pecado, y así se vuelve amorosamente hacia aquel a quien acaba de perdonar; mas una vez que se ha vuelto hacia él, ya no puede, indudablemente, estar viendo lo que queda a la espalda. No es preciso ser un superdotado para comprender que es imposible ver lo que uno tiene a la espalda, al mismo tiempo que es igualmente fácil de comprender con qué admirable acierto ha sabido el amor dar con esta expresión. En cambio, ¡eso sí! es dificilísimo en la mayoría de los casos el hacerse uno mismo amoroso, de suerte que gracias al perdón eche a sus espaldas las culpas del otro. A los hombres les resulta mucho más fácil por lo común cargar cualquier culpa, aunque se trate de un asesinato, sobre la conciencia de otros hombres. ¡Cualquier cosa antes que perdonar, y así tener que cargar uno mismo sobre sus espaldas con las culpas de otro! La excepción es el que ama, ya que este oculta la multitud de los pecados.
No digas que "la multitud de los pecados siempre permanecerá la misma, perdónense o no se perdonen, puesto que el perdón ni quita ni pone". Preferirla que me respondieses a la siguiente pregunta: ¿Acaso no acrecienta la multitud de los pecados el que falto de amor deniega el perdón? Y por añadidura, ¿no es la irreconciliación un pecado más, y de tal naturaleza que todo el mundo lo debiera tomar en cuenta? Sin embargo, no nos toca ahora destacar este punto, sino que en la misma línea del discurso seguimos preguntando: ¿Acaso no existe una relación misteriosa entre el pecado y el perdón? Cuando un pecado no está perdonado, entonces está reclamando un castigo, ya delante de los hombres, ya delante de Dios. Ahora bien, cuando un pecado reclama castigo, entonces aparece completamente distinto, enormemente mayor que cuando el mismo pecado está perdonado. ¿Será todo esto una mera apariencia? De ninguna manera, se trata de una diversa realidad. Y así, para emplear un símil imperfecto, no es ninguna mera apariencia la que hace que una herida se nos presente en un momento como algo horrible, y en cambio en el momento siguiente, después que el médico la ha lavado y curado, la veamos mucho menos horrible, por más que se trate de la misma herida. Por tanto ¿qué es lo que hace el que deniega el perdón a otro? Aumenta el pecado, hace que éste aparezca mucho mayor. Por eso el perdón extenúa el pecado, y la negación del perdón lo alimenta. Podemos afirmar, en consecuencia, que aunque no sobreviniese ningún nuevo pecado, con todo y permaneciendo los que ya habla, iríase aumentando por ese camino la multitud de los pecados. Siempre que un pecado permanece, hay otro nuevo en realidad que se le suma, ya que el pecado crece con el pecado. El hecho de que un pecado permanezca constituye un nuevo pecado. ¡Ay, y este nuevo pecado estuvo en tu mano el evitarlo, con sólo que perdonando amorosamente hubiesen eliminado el pecado antiguo! Esto es lo que hace el amoroso, que cubre la multitud de los pecados.
El amor cubre la multitud de los pecados; porque el amor impide que el pecado se produzca y lo sofoca en el mismo momento de nacer.
Aunque se tenga todo preparado en relación a una que otra empresa u obra que se pretenda realizar, sin embargo, todavía es preciso en este caso atender a una cosa más, es decir, a la ocasión propicia. Lo mismo pasa con el pecado: una vez que se da en un hombre, todavía es necesario esperar la ocasión.
Las ocasiones pueden ser muy varias. Por ejemplo, la Sagrada Escritura afirma que el precepto o la prohibición son una ocasión del pecado. Precisamente la ocasión consiste en que algo esté mandado o prohibido. Esto no significa que la ocasión produzca el pecado, ya que la ocasión por sí sola jamás produce nada. La ocasión es como un intermediario o comisionista que presta simplemente su concurso en el trasiego de las mercancías dando lugar simplemente a que se realice el negocio que en otro sentido ya estaba hecho, a saber: como posibilidad. El mandamiento y la prohibición le tientan a uno precisamente en cuanto tratan de restringir el mal; y entonces el pecado se toma la ocasión por su mano, sí es éste el que se la toma, ya que la prohibición no es más que la ocasión. De esta manera la ocasión es como una nada, o como un algo fugaz que se atraviesa entre el pecado y la prohibición, perteneciendo a ambos en cierto sentido, si bien en otro sentido la ocasión sea como algo inexistente, aunque por otra parte jamás ha llegado realmente a existir una cosa, cualquiera que fuera, sin su ocasión correspondiente.
El mandamiento y la prohibición constituyen la ocasión. De una manera todavía más triste el pecado que hay en otro se convierte en una ocasión de pecado para quien se pone en contacto con él. ¡Ay, cuántas veces una palabra irreflexiva y frívolamente pronunciada ha sido la ocasión de muchas caídas! ¡Cuántas veces una sola mirada equivoca ha bastado para que se acrecentara la multitud de los pecados! ¿Qué diremos de los hombres que tienen que vivir a diario en un ambiente en que sólo ven y oyen la embestida del pecado y de la impiedad? ¡Ay, cuántas ocasiones de pecado se le ofrecen a esos hombres! ¡Ay, qué fácil es entonces el intercambio de las ocasiones! El pecado de un hombre está como en su elemento cuando se encuentra rodeado de pecados. Alimentado por la ocasión constante va prosperando y creciendo -caso de que pueda llamarse prosperar a eso de hacerlo con respecto a la maldad. Cada día se va haciendo más perverso; cada día va tomando más forma- caso de que hablando de la maldad pueda emplearse esa expresión de "ir tomando forma", ya que el mal es mentira y engaño, y así algo que no puede tener forma. Y, en fin, va afianzándose más y más, aunque su vida esté flotante sobre el abismo y, por lo tanto, sin encontrar nunca un punto de apoyo.
Consiguientemente toda ocasión, en la medida en que se convierta en ocasión de pecar, contribuye a aumentar la masa de los pecados.
Pero hay un ambiente en que no se da en absoluto ninguna ocasión de pecado; este ambiente es el amor. Cuando el pecado de un hombre está rodeado de amor por todas partes, está cabalmente fuera de su elemento y es algo así como una ciudad sitiada a la cual se le ha cortado toda comunicación con los suyos; algo así como un hombre alcohólico, poco alimentado y al fin extenuado, sin apenas ya esperanzas de ninguna ocasión que sea capaz de encandilarlo de nuevo con la borrachera. Claro que todavía es bien posible que el pecado tome ocasión de contumacia precisamente del mismo amor que le rodea, pudiendo este amor contribuir a que aquél se amargue y se enfurezca todavía mas. Pues ¿de qué cosa no es capaz de hacer ocasión para su ruina un hombre depravado? Sin embargo, a la larga, el pecado no puede hacer frente hostil al amor. Por eso sólo al principio suelen darse tales escenas. Aquí pasa algo semejante a lo que ocurre con el hombre alcoholizado que está en tratamiento, a saber: que éste solamente es capaz los primeros días de sacar fuerzas de flaqueza y armar la marimorena, hasta que las recetas del médico hayan tenido el tiempo previsto de mostrar su eficacia. Y además, aunque hubiese alguien tan depravado que el mismo amor tuviera que dejarlo por imposible... ¡ah, pero no, el amor no abandona a nadie jamás!..., tan depravado y contumaz que nunca cesase de tomar del mismo amor la ocasión de pecar, sin embargo, esto no significaría que muchísimos otros no pudieran de hecho ser salvados. Y así siempre seguirá siendo verdad que el amor cubre la multitud de los pecados.
Generalmente la autoridad no se cansa de excogitar medios adecuados para mantener preso al criminal, y casi lo mismo les ocurre a los médicos, hasta que a veces tienen que echar mano de la camisa de fuerza para mantener a raya a los pacientes locos. Con respecto al pecado podemos afirmar que no existe una camisa de fuerza más eficaz, y al mismo tiempo más liberadora, que la del amor. ¡Cuántas veces no ha sucedido que la cólera, que guerreaba furiosa en el pecho esperando meramente la más pequeña ocasión para explotar, quedóse al fin desarmada porque el amor no le dio la ocasión que buscaba! ¡Cuántas no ha muerto apenas nacer un depravado deseo, que con la angustia voluptuosa de la curiosidad estuvo unos instantes al acecho, espiando la menor oportunidad, pero en seguida sucumbió porque el amor no se la dio y a la par cuidó que ninguna oportunidad se diese! Y el resentimiento profundamente clavado en el alma, tan seguro, tan dispuesto e incluso tan deseoso de encontrar mil ocasiones para irritarse contra el mundo, contra los hombres; y contra Dios, es decir, contra todo, ¡cuántas veces no quedó ya apaciguado en un ambiente de mayor calma, precisamente porque el amor no le ofrecía ninguna ocasión de irritarse! Y esa cerrazón de los espíritus infatuados y tercos que se creían pospuestos e incomprendidos, y en consecuencia aprovechando todas las ocasiones para infatuarse todavía más y solamente deseando nuevas ocasiones para demostrar que tenían razón, ¡cuántas veces no se disipó ante la embestida luminosa y suave del amor que no le dio ni la más mínima ocasión a la infatuación enfermiza! Y esos planes perversos, a los que sólo les faltaba para triunfar el hallazgo de una oportunidad para la disculpa, ¡cuántas veces no tuvieron que deshacerse en cuanto el amor no les ofrecía absolutamente ninguna ocasión para disculparse de la maldad! Sí, desde luego, ¿cuántos crímenes no han sido ya evitados?, ¿cuántos proyectos malvados no fueron ya deshechos?, ¿cuántas resoluciones desesperadas no cayeron ya en el olvido?, ¿cuántos pensamientos pecaminosos no fueron ya frenados en el momento de ir a ponerlos en práctica? y ¿cuántas palabras irreflexivas no quedaron sin llegar a pronunciarse? ¡Y todo esto porque el amor nunca ha dado la ocasión!
¡Maldito el hombre que sirve de escándalo a los demás! ¡Bendito el amoroso, que denegando la ocasión encubre la multitud de los pecados!
1 Juan 4:7[Dios es amor] Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
Amén.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Predestinación Para La Vida El Propósito De Dios Eterno


Spurgeon: La Elección
Sermón predicado el Domingo 2 de Septiembre, 1855
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.” 2 Tesalonicenses 2: 13, 14.
Si no hubiera ningún otro texto en la sagrada Palabra excepto éste, pienso que todos deberíamos estar obligados a recibir y reconocer la verdad de esta grandiosa y gloriosa doctrina de la eterna elección que Dios ha hecho de Su familia. Pero parece que hay un prejuicio muy arraigado en la mente humana en contra de esta doctrina. Y aunque la mayoría de las otras doctrinas son recibidas por los cristianos profesantes, algunas con cautela, otras con gozo, sin embargo esta doctrina parece ser despreciada y descartada con frecuencia.
En muchos de nuestros púlpitos se consideraría gran pecado y alta traición, predicar un sermón sobre la elección, porque no podrían convertir su sermón en lo que ellos llaman un discurso “práctico.” Creo que ellos se han apartado de la verdad en este asunto. Cualquier cosa que Dios ha revelado, la ha revelado con un propósito. No hay absolutamente nada en la Escritura que no se pueda convertir, bajo la influencia del Espíritu de Dios, en un discurso práctico: pues “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil” para algún propósito de provecho espiritual.
Es verdad que no se puede convertir en un discurso sobre el libre albedrío (eso lo sabemos muy bien) pero sí se puede convertir en un discurso sobre la gracia inmerecida: y el tema de la gracia inmerecida es de resultados prácticos, cuando las verdaderas doctrinas del amor inmutable de Dios son presentadas para que obren en los corazones de los santos y de los pecadores. Ahora, yo confío que hoy, algunos de ustedes que se asustan con el simple sonido de esta palabra, dirán: “voy a escucharla con objetividad; voy a hacer a un lado mis prejuicios; voy a oír simplemente lo que este hombre tiene que decir.” No cierren sus oídos ni digan de entrada: “es doctrina muy elevada.” ¿Quién te ha autorizado a que la llames muy alta o muy baja? ¿Por qué te quieres oponer a la doctrina de Dios? Recuerda lo que les ocurrió a los muchachos que se burlaban del profeta de Dios, exclamando: “¡Calvo, sube! ¡Calvo, sube!” No digas nada en contra de las doctrinas de Dios, para evitar que salga del bosque una fiera y te devore a ti también. Hay otras calamidades además del manifiesto juicio del cielo: ten cuidado que no caigan sobre tu cabeza.
Haz a un lado tus prejuicios: escucha con calma, escucha desapasionadamente: oye lo que dice la Escritura. Y cuando recibas la verdad, si a Dios le place revelarla y manifestarla a tu alma, que no te dé vergüenza confesarla. Confesar que ayer estabas equivocado, es solamente reconocer que hoy eres un poco más sabio. Y en vez de que sea algo negativo para ti, da honor a tu juicio, y demuestra que estás mejorando en el conocimiento de la verdad. Que no te dé vergüenza aprender, y hacer a un lado tus viejas doctrinas y puntos de vista, y adoptar eso que puedes ver de manera más clara en la Palabra de Dios. Pero si no ves que esté aquí en la Biblia, sin importar lo que yo diga, o a qué autoridades hago referencia, te suplico, por amor de tu alma, que rechaces lo que digo. Y si desde este púlpito alguna vez oyes cosas contrarias a la Sagrada Palabra, recuerda que la Biblia debe ser lo primero, y el ministro de Dios debe estar sometido a Ella. Nosotros no debemos estar por sobre la Biblia cuando predicamos, sino que debemos predicar con la Biblia sobre nuestras cabezas. Después de todo lo que hemos predicado, estamos muy conscientes que la montaña de la verdad es más alta de lo que nuestros ojos pueden discernir. Nubes y oscuridad rodean su cima, y no podemos distinguir su pico más elevado. Sin embargo, vamos a tratar de predicar lo mejor que podamos.
Pero como somos mortales y sujetos a equivocarnos, ustedes mismos deben juzgarlo todo. “Probad los espíritus si son de Dios;” y si estando de rodillas reflexionando maduramente, ustedes son guiados a rechazar la elección (cosa que yo considero totalmente imposible) entonces deséchenla. No escuchen a quienes predican la elección, sino crean y confiesen aquello que ven que es la Palabra de Dios. No puedo agregar nada más a manera de introducción.
Entonces, en primer lugar, voy a referirme a la veracidad de esta doctrina: “de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación.” En segundo lugar, voy a tratar de demostrar que esta elección es absoluta: “Él os haya escogido desde el principio para salvación,” no para santificación, sino “mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” En tercer lugar, esta elección es eterna porque el texto dice: “de que Dios os haya escogido desde el principio.” En cuarto lugar, es personal: “Él os haya escogido.” Y luego vamos a reflexionar sobre los efectos de esta doctrina: ver lo que produce; y finalmente, conforme la capacidad que nos dé Dios, vamos a intentar considerar sus consecuencias, y ver si en efecto es una doctrina terrible que conduce a una vida licenciosa. Tomaremos la flor, y como verdaderas abejas, vamos a comprobar si hay algo de miel allí; si algo bueno está contenido en ella, o si es un mal concentrado y sin mezcla.
I. En primer lugar debo demostrar que la doctrina es VERDADERA. Permítanme comenzar con un argumentum ad hominem (argumento al hombre); voy a hablarles de acuerdo a sus diferentes posiciones y cargos. Algunos de ustedes pertenecen a la Iglesia de Inglaterra, y me da gusto ver que hay muchos presentes hoy aquí. Aunque ciertamente digo de vez en cuando cosas muy duras acerca de la Iglesia y el Estado, sin embargo yo amo a la vieja Iglesia, pues hay en esa denominación muchos ministros piadosos y santos eminentes. Ahora, yo sé que ustedes son grandes creyentes en lo que los Artículos declaran como doctrina correcta. Les voy a dar una muestra de lo que los Artículos afirman en lo relativo a la elección, de tal forma que si creen en los Artículos, no pueden rechazar esta doctrina de la elección. Voy a leer un fragmento del Artículo 17 que se refiere a la Predestinación y a la Elección:
“La predestinación para vida es el propósito eterno de Dios, por medio del cual (antes que los cimientos del mundo fueran puestos) Él ha decretado de manera permanente por Su consejo secreto para nosotros, liberar de la maldición y condenación a aquellas personas que Él ha elegido en Cristo de entre toda la humanidad, y traerlos por medio de Cristo a la salvación eterna, como vasos hechos para honra. De donde quienes han sido dotados con bendición tan excelente de Dios, son llamados de acuerdo al propósito de Dios por Su Espíritu que obra en el momento debido; ellos obedecen el llamado por la gracia; son justificados gratuitamente; son hechos hijos de Dios por adopción; son conformados a la imagen del Unigénito Hijo Jesucristo; ellos caminan religiosamente en buenas obras, y al final, por la misericordia de Dios, alcanzan la dicha eterna.”
Entonces, pienso que cualquier miembro de esa denominación, si en efecto es un creyente sincero y honesto en su Madre Iglesia, debe ser un pleno creyente de la elección. Es verdad que si ve otras partes del Ritual anglicano, encontrará cosas contrarias a las doctrinas de la gracia inmerecida, y totalmente ajenas a la enseñanza de la Escritura. Pero si mira a los Artículos, no puede dejar de ver que Dios ha elegido a Su pueblo para vida eterna. Sin embargo no estoy tan perdidamente enamorado de ese libro como pueden estarlo ustedes; y sólo he utilizado este Artículo para demostrarles que si pertenecen a la iglesia oficial de Inglaterra no deberían objetar de ninguna manera esta doctrina de la predestinación.
Otra autoridad humana por la cual puedo confirmar la doctrina de la elección, es el antiguo credo de los Valdenses. Si leen el credo de los antiguos Valdenses, que elaboraron en medio del ardiente fuego de la persecución, verán que estos renombrados profesantes y confesores de la fe cristiana, recibieron y abrazaron muy firmemente esta doctrina, como parte de la verdad de Dios. He copiado de un viejo libro uno de los Artículos de su fe:
“Que Dios salva de la corrupción y de la condenación a aquellos que Él ha elegido desde la fundación del mundo, no a causa de ninguna disposición, fe, o santidad que Él hubiera previsto de antemano en ellos, sino por su pura misericordia en Cristo Jesús Su Hijo, dejando a un lado a todos los demás, según la irreprensible razón de Su soberana voluntad y justicia.”
Entonces no es una novedad lo que yo predico; no es una doctrina nueva. Me encanta proclamar estas viejas doctrinas poderosas, que son llamadas con el sobrenombre de Calvinismo, pero que son segura y ciertamente la verdad revelada de Dios en Cristo Jesús. Por esta verdad yo hago una peregrinación al pasado, y conforme avanzo, veo a un padre tras otro, a un confesor tras otro, a un mártir tras otro, ponerse de pie para darme la mano. Si yo fuera un pelagiano, o un creyente de la doctrina del libre albedrío, tendría que caminar por muchos siglos completamente solo. Aquí y allá algún hereje de carácter no muy honorable podría levantarse y llamarme hermano. Pero tomando estas cosas como la norma de mi fe, yo veo la tierra de los antepasados poblada por mis hermanos; veo multitudes que confiesan lo mismo que yo, y reconocen que esta es la religión de la propia iglesia de Dios.
También les doy un extracto de la antigua Confesión Bautista. Nosotros somos Bautistas en esta congregación (por lo menos la mayoría de nosotros) y nos gusta ver lo que escribieron nuestros propios antecesores. Hace aproximadamente unos doscientos años los Bautistas se reunieron, y publicaron sus artículos de fe, para poner un fin a ciertos reportes en contra de su ortodoxia que se habían difundido por el mundo. Voy a referirme ahora a este viejo libro (que yo acabo de publicar) y puedo leer lo siguiente:
Artículo Tercero: “Por el decreto de Dios, para manifestación de Su gloria, algunos hombres y algunos ángeles son predestinados o preordenados para vida eterna por medio de Jesucristo, para alabanza de Su gracia gloriosa; otros son dejados para actuar en sus pecados para su justa condenación, para alabanza de Su justicia gloriosa. Estos hombres y estos ángeles que son así predestinados y preordenados son particularmente e inmutablemente designados, y su número es tan exacto y definido, que no puede ser ni aumentado ni disminuido. Aquellas personas que están predestinadas para vida, Dios, desde antes de la fundación del mundo, de acuerdo a Su eterno e inmutable propósito, y al secreto consejo y buen agrado de Su voluntad, los ha elegido en Cristo para gloria eterna por Su gracia inmerecida y amor, sin que haya ninguna cosa en la criatura como una condición o causa que haya movido a Dios para esa elección.”
En lo que concierne a estas autoridades humanas, la verdad, no les doy mucha importancia. No me importa lo que digan, ya sea a favor o en contra de esta doctrina. Solamente me he referido a ellas como un tipo de confirmación de la fe de ustedes, para mostrarles que a pesar de que me tachen de hereje y de hipercalvinista, tengo el respaldo de la antigüedad. Todo el pasado está de mi lado. El presente no me importa. Déjenme el pasado y tendré esperanza en el futuro. Si el presente me ataca, no me importa. Aunque un sinnúmero de iglesias aquí en Londres hayan olvidado las grandes y fundamentales doctrinas de Dios, no importa. Si tan sólo un pequeño grupo de nosotros nos quedamos solos manteniendo firmemente la soberanía de nuestro Dios, si nuestros enemigos nos atacan, ¡ay! y aun nuestros propios hermanos, que debieran ser nuestros amigos y colaboradores, no importa. Basta con que podamos contar con el pasado; el noble ejército de mártires, el glorioso escuadrón de los confesores, son nuestros amigos; los testigos de la verdad vienen a defendernos. Si ellos están de nuestro lado, no podremos decir que estamos solos, sino que podemos exclamar: “Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal.” Pero lo mejor de todo es que Dios está con nosotros.
La única gran verdad es siempre la Biblia, y únicamente la Biblia. Queridos lectores, ustedes no creen en ningún otro libro que no sea la Biblia ¿no es cierto? Si yo pudiera demostrar esto basándome en todos los libros de la cristiandad; si yo pudiera recurrir a la Biblioteca de Alejandría, para comprobar su verdad, no lo creerían más de lo que ustedes creen porque está en la Palabra de Dios.
He seleccionado unos cuantos textos para leerlos. Me gusta citar abundantemente los textos cuando temo que ustedes pueden desconfiar de una verdad, a fin de que estén lo suficientemente convencidos para que no haya lugar a dudas, si es que en verdad no creen. Permítanme entonces mencionar un catálogo de textos en los que el pueblo de Dios es llamado elegido. Naturalmente, si el pueblo es llamado elegido, debe haber una elección. Si Jesucristo y Sus apóstoles estaban acostumbrados a describir a los creyentes por medio del título de elegidos, ciertamente debemos creer que lo eran, pues de lo contrario el término no significa nada.
Jesucristo dice: “Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días.” “Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos.” “Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.” (Marcos 13: 20, 22, 27) “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? (Lucas 18: 7) Podríamos seleccionar muchos otros textos, que contienen la palabra “elegido,” o “escogido,” o “preordenado,” o “designado,” o la frase “mis ovejas,” o alguna descripción similar, mostrando que el pueblo de Cristo es diferente del resto de la humanidad.
Pero ustedes tienen sus concordancias, y no los voy a importunar con más textos. A través de las epístolas, los santos son constantemente llamados “los elegidos.” En su carta a los Colosenses 3:12, Pablo dice: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia.” Cuando le escribe a Tito 1:1, se llama a sí mismo: “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos.” Pedro dice: 1 Pedro 1:2 “Elegidos según la presciencia de Dios Padre.” Y si vamos a Juan, encontraremos que le gusta mucho esa palabra. Dice: 2 Juan 1:1 “El anciano a la señora elegida;” y habla de: 2 Juan 1:13 “tu hermana, la elegida.” Y sabemos dónde está escrito: 1 Pedro 5:13 “La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros.” Ellos no se avergonzaban de esa palabra en aquellos días; no tenían miedo de hablar de ella.
En nuestros días esa palabra ha sido revestida con una diversidad de significados, y las personas han mutilado y desfigurado la doctrina, de tal forma que la han convertido en una verdadera doctrina de demonios, lo confieso. Y muchos que se llaman a sí mismos creyentes, se han pasado a las filas del antinomianismo. Pero a pesar de esto, ¿por qué he de avergonzarme de eso, si los hombres la pervierten? Nosotros amamos la verdad de Dios aun en medio del tormento, de la misma manera que cuando es ensalzada. Si hubiera un mártir que nosotros amáramos antes de que fuera llevado al suplicio, lo amaríamos todavía más mientras está siendo atormentado.
Cuando la verdad de Dios está siendo atormentada, no por eso la vamos a catalogar como una falsedad. No nos gusta verla en el suplicio, pero la amamos aun cuando es martirizada, pues podemos discernir cuáles deberían haber sido sus justas proporciones si no hubiera sido atormentada y torturada por la crueldad e invenciones de los hombres. Si ustedes leen muchas de las epístolas de los padres de la antigüedad, encontrarán que siempre escriben al pueblo de Dios como “elegido.” Ciertamente, el término conversacional común usado por los primitivos cristianos entre sí, en muchas de las iglesias, era el de “elegido.” A menudo usaban el término para llamarse entre sí, mostrando que era una creencia general que todo el pueblo de Dios era manifiestamente “elegido.”
Ahora vamos a unos textos que prueban positivamente esta doctrina. Abran sus Biblias en el evangelio de Juan 15:16, y allí verán que Jesucristo ha elegido a Su pueblo, pues Él dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.” Y luego en versículo 19: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” Luego en el capítulo 17, versículos 8 y 9: “Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son.” Leemos en Hechos 13:48: “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.” Pueden intentar retorcer este versículo, pero dice: “ordenados para vida eterna” tan claramente, que no cabe ninguna duda en su interpretación; y nos tienen sin cuidado los diferentes comentarios que se hacen sobre él. Creo que casi no es necesario que les recuerde el capítulo 8 de Romanos, pues confío que ustedes conocen muy bien ese capítulo y lo entienden. En el versículo 29 y siguientes, dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios?” Tampoco sería necesario leer todo el capítulo 9 de Romanos. En tanto que ese capítulo permanezca en la Biblia, ningún hombre será capaz de probar el arminianismo; mientras eso esté escrito allí, ni las más violentas contorsiones de esos textos podrán exterminar de la Escritura, la doctrina de la elección.
Leamos algunos versículos como éstos: Romanos 9:11,12 “(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor.” Luego pasemos a Romanos 9:22,23: “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria. Luego pasemos a Romanos 11:7: “¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos,” y en el versículo 5 del mismo capítulo, leemos: “Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.” Sin duda todos ustedes recuerdan el pasaje de 1 Corintios 1:26-29: “Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.” También recuerden el pasaje en 1 Tesalonicenses 5: 9: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Y luego tienen el texto que estamos analizando, el cual, pienso, sería suficiente. Pero, si necesitan más textos, pueden encontrarlos buscándolos con calma, si no hemos logrado eliminar sus sospechas de que esta doctrina no es verdadera.
Me parece, amigos míos, que esta sobrecogedora cantidad de versículos debería hacer temblar a quienes se atreven a burlarse de esta doctrina. ¿Qué diremos de aquéllos que a menudo la han despreciado, y han negado su divinidad, que han atacado su justicia, y se han atrevido a desafiar a Dios y lo llaman un tirano Todopoderoso, cuando han escuchado que Él ha elegido a un número específico para vida eterna? ¿Puedes tú, que rechazas esa doctrina, quitarla de la Biblia? ¿Puedes tú tomar el cuchillo de Jehudí y extirparla de la Palabra de Dios? ¿Quieres ser como la mujer a los pies de Salomón que aceptó que el niño fuera dividido en dos mitades, para que puedas tener tu mitad? ¿Acaso no está aquí en la Escritura? ¿Y no es tu deber inclinarte ante ella, y mansamente reconocer que no la entiendes: recibirla como la verdad aunque no puedas entender su significado?
No voy a intentar demostrar la justicia de Dios al haber elegido a algunos y haber pasado por alto a otros. No me corresponde a mí, vindicar a mi Señor. Él hablará por Sí mismo y en efecto lo hace Romanos 9:20-21: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” ¿Quién es aquél que dirá a su padre: “qué has engendrado?” O a su madre: “¿qué has traído al mundo?” Isaías 45:5-7 “Yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.” Romanos 9:20 ¿Quién eres tú para que alterques con Dios? Tiembla y besa Su vara; inclínate y sométete a Su cetro; no impugnes Su justicia, ni denuncies Sus actos ante tu propio tribunal, ¡oh, hombre!
Pero hay quienes dicen: “Dios es cruel cuando elige a uno y pasa por alto a otro.” Entonces, yo les preguntaría: ¿Hay alguien el día de hoy que desea ser santo, que desea ser regenerado, que desea abandonar el pecado y caminar en santidad? “Sí, hay,” dice alguien, “Yo quiero.” Entonces Dios te ha elegido a ti. Sin embargo otro dice: “No; yo no quiero ser santo; no quiero dejar mis pasiones ni mis vicios.” ¿Por qué te quejas, entonces, de que Dios no te haya elegido a ti? Pues si hubieras sido elegido, no te gustaría, según lo estás confesando. Si Dios te hubiera elegido hoy a la santidad, tú dices que no te importa. ¿Acaso no estás reconociendo que prefieres la borrachera a la sobriedad, la deshonestidad a la honestidad?
Amas los placeres de este mundo más que la religión; ¿entonces, por qué te quejas que Dios no te haya elegido para la religión? Si amas la religión, Él te ha elegido para la religión. Si la deseas, Él te ha elegido para ella. Si no la deseas, ¿qué derecho tienes de decir que Dios debió haberte dado aquello que no deseas? Suponiendo que tuviera en mi mano algo que tú no valoras, y que yo dijera que se lo voy a dar a tal o cual persona, tú no tendrías ningún derecho de quejarte de que no te lo estoy dando a ti. No podrías ser tan necio de quejarte porque alguien más ha obtenido aquello que a ti no te importa para nada.
De acuerdo a la propia confesión de ustedes, hay muchos que no quieren la religión, no quieren un nuevo corazón y un espíritu recto, no quieren el perdón de sus pecados, no quieren la santificación; no quieren ser elegidos a estas cosas: entonces, ¿por qué se quejan? Ustedes consideran todo esto como cosas sin valor, y entonces ¿por qué se quejan de Dios, que ha dado esas cosas a quienes Él ha elegido? Si consideras que esas cosas son buenas y tienes deseos de ellas, entonces están disponibles para ti. Dios da abundantemente a todos aquellos que desean; y antes que nada, Él pone el deseo en ellos, de otra forma nunca lo desearían. Si amas estas cosas, Él te ha elegido para ellas, y puedes obtenerlas; pero si no es así, quién eres tú para criticar a Dios, cuando es tu propia voluntad desesperada la que te impide amar estas cosas. ¿Cuando es tu propio yo el que te hace odiarlas?
Supongan que un hombre que va por la calle dice: “Qué lástima que no haya un asiento disponible para mí en la capilla, para poder oír lo que este hombre tiene que decir.” Y supongan que dice: “Odio a ese predicador; no puedo soportar su doctrina; pero aún así, es una lástima que no haya un asiento disponible para mí.” ¿Esperarían ustedes que alguien diga eso? No: de inmediato dirían: “a ese hombre no le importa. ¿Por qué habría de preocuparle que otros alcancen lo que valoran y que él desprecia?”
No amas la santidad, no amas la justicia; si Dios me ha elegido para estas cosas, ¿te ha ofendido por eso? “¡Ah! Pero,” dice alguien, “yo pensé que eso significa que Dios ha elegido a unos para ir al cielo y a otros para ir al infierno.” Eso es algo totalmente diferente de la doctrina evangélica. Él ha elegido a unos hombres a la santidad y a la justicia y por medio de ellas, al cielo. No debes decir que los ha elegido simplemente para ir al cielo y a los otros para ir al infierno. Él te ha elegido para la santidad, si amas la santidad. Si cualquiera de ustedes quiere ser salvado por Jesucristo, Jesucristo le ha elegido para ser salvado. Si cualquiera de ustedes desea tener la salvación, ese ha sido elegido para la salvación, si la desea sinceramente y ardientemente. Pero si tú no la deseas, ¿por qué habrías de ser tan ridículamente tonto de quejarte porque Dios da eso que no quieres a otras personas?
II. De esta forma he tratado de decir algo en relación a la verdad de la doctrina de la elección. Y ahora, rápidamente, déjenme decirles que la elección es ABSOLUTA: esto es, no depende de lo que nosotros somos. El texto dice: 2 Tesalonicenses 2:13 “de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación;” pero nuestros oponentes afirman que Dios elige a unos hombres porque son buenos, que los elige a causa diversas obras que han hecho. Ahora, en respuesta a esto, nosotros preguntamos, ¿qué obras son esas por las que Dios elige a Su pueblo? ¿Acaso es lo que llamamos comúnmente “obras de la ley,” obras de obediencia que la criatura puede llevar a cabo? Si es así, nosotros les respondemos: “si los hombres no pueden ser justificados por las obras de la ley, no parece muy claro que puedan ser elegidos por las obras de la ley; si no pueden ser justificados por sus buenas obras, tampoco pueden ser salvados por esas obras.” Por tanto el decreto de la elección no pudo haber sido formado sobre la base de buenas obras.
“Pero,” dicen otros, “Dios lo eligió porque conocía de antemano su fe.” Ahora, Dios es el que da la fe, por tanto no pudo haberlos elegido a causa de su fe, que Él conocía de antemano. Supongamos que hubiera veinte mendigos en la calle, y yo determinara darle dinero a uno de ellos. ¿Podría alguien decir que yo decidí darle a ese dinero, que yo elegí dárselo, porque conocía de antemano que él aceptaría ese dinero? Eso sería una tontería. De igual manera, decir que Dios eligió a unos hombres porque conocía de antemano que ellos habrían de tener la fe, que es la salvación en germen, sería tan absurdo que no vale la pena ni escucharlo.
La fe es el don de Dios. Toda virtud viene de Él. Por tanto, la fe no pudo haberlo llevado a elegir a los hombres, porque es Su don. La elección, estamos convencidos de ello, es absoluta, y completamente independiente de las virtudes que adornan a los santos posteriormente. Aunque un hombre fuera tan santo y devoto como Pablo; aunque fuera tan valiente como Pedro, o tan amante como Juan, aun así no podría exigirle nada a su Hacedor. Todavía no he conocido a ningún santo de ninguna denominación, que haya pensado que Dios lo salvó porque vio de antemano que tendría estas virtudes y méritos.
Ahora, mis queridos hermanos, las mejores joyas que un santo puede lucir jamás, si son joyas elaboradas por su propio diseño, no son de purísima calidad. Hay siempre un poco de barro mezclado en ellas. La gracia más elevada que pudiéramos poseer, tiene algo de mundano mezclado en ella. Sentimos esto en la medida que nos refinamos más, cuando tenemos mayor santificación, y nuestro lenguaje debe ser siempre:
“Yo soy el primero de los pecadores; Jesús murió por mí.”
Nuestra única esperanza, nuestro único argumento, pende de la gracia manifestada en la persona de Jesucristo. Y tengo la certeza que debemos rechazar y desechar completamente cualquier pensamiento que nuestras virtudes, que son dones de nuestro Señor, sembradas por su diestra, pudieran ser la causa de Su amor. Y debemos cantar en todo momento:
“¿Qué había en nosotros que mereciera la estima
O que produjera deleite en el Creador?
Fue únicamente, Padre, y siempre debemos cantar,
Porque pareció bueno a Tus ojos.”
“Tendré misericordia del que tendré misericordia:” Él salva porque quiere salvar. Y si me preguntaran por qué me ha salvado a mí, sólo puedo decir, porque Él quiso hacerlo. ¿Acaso había algo en mí que me pudiera recomendar ante Dios? No, hago a un lado todo, no había nada recomendable en mí. Cuando Dios me salvó, yo era el más bajo, perdido y arruinado de la raza. Estaba ante Él como un bebé desnudo bañado en mi propia sangre. Verdaderamente, yo era impotente para ayudarme a mí mismo. ¡Oh, cuán miserable me sentía y me reconocía! Si ustedes tenían algo que los hiciera aceptables a Dios, yo nunca lo tuve. Yo estaré contento de ser salvado por gracia, por pura gracia, sin ninguna otra mezcla. Yo no puedo presumir de ningún mérito. Si tú puedes hacerlo, muy bien, yo no puedo. Yo debo cantar:
“Gracia inmerecida únicamente de principio a fin,
Ha ganado mi afecto y mantenido mi alma muy firme.”
III. En tercer lugar, esta elección es ETERNA. “De que Dios os haya escogido desde el principio para salvación. ¿Puede decirme alguien cuándo fue el principio? Hace años creíamos que el principio de este mundo fue cuando Adán fue creado; pero hemos descubierto que miles de años antes de eso, Dios estaba preparando la materia caótica para hacerla una adecuada morada para el hombre, poniendo razas de criaturas sobre la tierra, que murieron y dejaron tras sí las marcas de Su obra y Su maravillosa habilidad, antes de crear al hombre. Pero eso no fue el principio, pues la revelación apunta a un período cuando este mundo fue formado, a los días cuando las estrellas matutinas fueron engendradas; cuando, como gotas de rocío de los dedos de la mañana, las estrellas y las constelaciones cayeron goteando de la mano de Dios; cuando, de Sus propios labios, salió la Palabra que puso en marcha a las pesadas órbitas; cuando con Su propia mano envió a los cometas, que como rayos, vagaron por el cielo, hasta encontrar un día su propia esfera. Regresaremos a edades remotas, cuando los mundos fueron hechos y los sistemas formados, pero ni siquiera nos hemos acercado al principio todavía. Hasta que no hayamos ido al tiempo cuando todo el universo dormía en la mente de Dios y no había nacido todavía, hasta que entremos en la eternidad donde Dios el Creador vivía solo, y todas las cosas dormían dentro de Él, toda la creación descansaba en Su omnipotente pensamiento gigantesco, no habremos todavía adivinado el principio. Podemos caminar hacia atrás, y atrás, y atrás, a lo largo de todas las edades. Podemos volver, si se nos permite usar esas extrañas palabras, a lo largo de eternidades enteras, y sin embargo nunca llegar al principio. Nuestras alas se podrían cansar, nuestra imaginación se podría extinguir; y aunque pudiera superar al rayo que brilla majestuosamente, con poder y velocidad, pronto se cansaría mucho antes de poder alcanzar el principio.
Pero Dios eligió a Su pueblo desde el principio; cuando el intocado éter no había sido sacudido por el aleteo del primer ángel, cuando el espacio no tenía orillas, o más aún, cuando no existía, cuando reinaba el silencio universal, y ni una sola voz ni ningún susurro turbaba la solemnidad del silencio, cuando no había ningún ser, ni movimiento, ni tiempo, ni nada sino sólo Dios, solo en Su eternidad; cuando no se escuchaba el himno de ningún ángel, y no se tenía la asistencia de los querubines, mucho antes que nacieran los seres vivientes, o que las ruedas de la carroza de Jehová fueran formadas, aún antes, “en el principio era el Verbo,” y en el principio el pueblo de Dios era uno con el Verbo, y “en el principio Él los escogió para vida eterna.” Entonces nuestra elección es eterna. No me voy a detener para demostrar esto, solamente paso por estos pensamientos de manera rápida para beneficio de los jóvenes principiantes, para que puedan entender lo que queremos decir por elección eterna y absoluta.
IV. A continuación, la elección es PERSONAL. Aquí también, nuestros oponentes han intentado derribar la elección diciéndonos que es una elección de naciones y no de personas. Pero aquí el apóstol nos dice: “Dios os ha escogido desde el principio.” Decir que Dios no ha elegido a personas sino a naciones es la tergiversación más miserable que se haya hecho sobre la tierra, pues la mismísima objeción que se presenta en contra de la elección de personas, se puede presentar en contra de la elección de una nación. Si no fuera justo elegir a una persona, sería todavía más injusto elegir a una nación, puesto que las naciones no son sino la unión de multitudes de personas, y elegir a una nación parecería todavía un crimen mayor y gigantesco (si la elección fuera un crimen) que elegir a una persona. Ciertamente elegir a diez mil sería considerado algo peor que elegir a uno; distinguir a toda una nación del resto de la humanidad, parece una mayor extravagancia en los actos de la divina soberanía, que elegir a un pobre mortal y pasar por alto a otro.
Pero ¿qué son las naciones sino hombres? ¿Qué son los pueblos enteros sino combinaciones de diferentes unidades? Una nación está constituida por ese individuo, y por ese otro, y por aquél otro. Y si me dices que Dios eligió a los judíos, yo respondo entonces, que Él eligió a este judío, y a ese judío y a aquel judío. Y si tú dices que Él elige a Inglaterra, entonces yo digo que Él elige a este hombre inglés, y a ese hombre inglés y a aquel hombre inglés. Así que después de todo se trata de la misma cosa. Entonces, la elección es personal: así debe ser. Cualquiera que lea este texto, y otros textos similares, verá que la Escritura continuamente habla del pueblo de Dios, considerando a cada individuo, y habla de todos ellos como siendo los sujetos especiales de la elección.
“Hijos somos de Dios por la elección,
Los que creemos en Jesucristo;
Por un designio eterno
Gracia soberana recibimos aquí.”
Sabemos que es una elección personal.
V. El otro pensamiento es (pues mi tiempo vuela muy rápidamente y me impide detenerme sobre estos puntos) que la elección produce BUENOS RESULTADOS. “De que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” ¡Cuántos hombres confunden completamente la doctrina de la elección! ¡Y cómo hierve mi alma cuando recuerdo los terribles males que se han acumulado por la perversión y el rechazo de esa gloriosa porción de la verdad gloriosa de Dios! ¡Cuántos no hay por ahí que se han dicho a sí mismos: “yo soy un elegido,” y se han sentado perezosamente, y peor aún han dicho: “yo soy el elegido de Dios,” y con ambas manos han hecho la maldad! Rápidamente han corrido a todo tipo de inmundicia, porque han dicho: “yo soy el hijo escogido de Dios, y por tanto independientemente de mis obras, puedo vivir como se me dé la gana, y hacer lo que yo quiera.” ¡Oh, amados! Permítanme solemnemente advertir a cada uno de ustedes que no lleven esa muy lejos; o más bien, que no conviertan esa verdad en un error, pues no la podemos estirar mucho. Podemos pasar por sobre los límites de la verdad; podemos convertir eso que tenía la intención de ser dulce para nuestro consuelo, en una terrible mezcolanza para nuestra destrucción.
Les digo que ha habido miles de personas que han ido a la ruina por entender de manera equivocada la elección; que han dicho: “Dios me ha elegido para el cielo y para vida eterna;” pero a ellos se les ha olvidado que está escrito que Dios los ha elegido: “mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” Esta es la elección de Dios: una elección para santificación y para fe. Dios elige a Su pueblo para que sea santo, y para que sea un pueblo de creyentes. ¿Cuántos de mis lectores son creyentes? ¿Cuántos miembros de mi congregación pueden poner su mano en el corazón y decir: “Yo confío en Dios que he sido santificado?” ¿Hay alguien entre ustedes que pueda decir: “yo soy un elegido” mientras yo pueda recordarle cómo blasfemó la semana pasada?
Uno de ustedes dice: “yo confío ser uno de los elegidos” pero yo le recuerdo acerca de un acto de depravación cometido dentro de los últimos seis días. Alguien más dice: “yo soy un elegido” pero yo puedo mirarle a la cara y decirle: “¡elegido!” ¡tú no eres más que un maldito hipócrita! Otros dirán: “yo soy elegido” pero yo puedo recordarles que ellos se olvidan del propiciatorio y no oran. ¡Oh, amados hermanos! Nunca piensen que son elegidos a menos que sean santos. Pueden venir a Cristo como pecadores, pero no pueden venir a Cristo como personas elegidas mientas no puedan ver su santidad. No malinterpreten lo que estoy diciendo; no digan “yo soy un elegido,” pensando que pueden vivir en pecado. Eso es imposible. Los elegidos de Dios son santos. No son puros, no son perfectos, no son sin mancha; pero tomando su vida en su conjunto, son personas santas. Son marcados y son distintos de los demás: y ninguna persona tiene el derecho de considerarse elegido excepto en su santidad. Puede ser elegido, y estar todavía en las tinieblas, pero no tiene derecho de creerse elegido; nadie puede verlo, no hay ninguna evidencia. Puede ser que el hombre viva algún día, pero por lo pronto está muerto. Si ustedes caminan en el temor de Dios, tratando de agradarlo y obedeciendo Sus mandamientos, no tengan la menor duda que el nombre de ustedes está escrito en el libro de la vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Y para que esto no resulte muy elevado para ti, considera la otra señal de la elección, que es la fe, “creer la verdad.” Quienquiera que crea la verdad de Dios, y crea en Jesucristo, es un elegido. Con frecuencia me encuentro con pobres almas, que tiemblan y se preocupan en relación a este pensamiento: “¡Cómo, y si yo no soy un elegido!” “Oh, señor,” dicen ellos, “yo sé que he puesto mi confianza en Jesús; sé que creo en Su nombre y confío en Su sangre; pero ¿y si a pesar de eso no soy un elegido?” ¡Pobre criatura querida! No sabes mucho acerca del Evangelio, pues de lo contrario jamás hablarías así, pues todo aquel que cree es elegido. Quienes son elegidos, son elegidos para santificación y fe; y si tú tienes fe, tú eres uno de los elegidos de Dios; puedes saberlo y debes saberlo, pues es una certeza absoluta. Si tú, como un pecador, miras a Jesucristo el día de hoy, y dices:
“Nada en mis manos traigo,
Simplemente a Tu cruz me aferro,” tú eres un elegido. No tengo miedo que la elección asuste a los pobres santos o a los pecadores. Hay muchos teólogos que le dicen a la persona que pregunta: “la elección no tiene nada que ver contigo.” Eso es muy malo, porque la pobre alma no debe ser callada de esa manera. Si pudieras silenciar esa alma, podría estar bien, pero va a seguir pensando al respecto, y no lo podrá evitar. Díganle más bien: si tú crees en el Señor Jesucristo, tú eres un elegido. Si te abandonas a Él, tú eres un elegido. Yo te digo hoy, (yo, el primero de los pecadores) yo te digo en Su nombre, si vienes a Dios sin ninguna obra de tus manos, entrégate a la sangre y a la justicia de Jesucristo; si quieres venir ahora y confiar en Él, tú eres un elegido: has sido amado por Dios desde antes de la fundación del mundo, pues no podrías haber hecho eso a menos que Dios no te hubiera dado el poder de hacerlo y no te hubiera elegido para que lo hicieras.
Ahora pues eres salvo y estás seguro si sólo vienes y te entregas a Jesucristo, y deseas ser salvo y ser amado por Él. Pero no pienses de ninguna manera que algún hombre puede ser salvo sin fe y sin santidad. No piensen, queridos oyentes, que algún decreto, promulgado en las oscuras edades de la eternidad, va a salvar sus almas, a menos que crean en Cristo. No se queden ahí tranquilos imaginando que ustedes van a ser salvos, sin fe y sin santidad. Esa es la herejía más abominable y maldita, que ha llevado a la ruina a miles de personas. No utilicen la elección como una almohada sobre la que pueden recostarse y dormir, pues eso los llevará a la ruina. Dios no lo quiera que yo les prepare almohadas muy confortables para que ustedes puedan descansar cómodamente en sus pecados. ¡Pecador! No hay nada en la Biblia que pueda atenuar tus pecados. Pero si estás condenado ¡oh, hombre! Si estás perdida ¡oh, mujer! Tú no vas a encontrar en esta Biblia ni una gota que refresque tu lengua, ni una doctrina que disminuya tu culpa; tu condenación será enteramente por tu culpa, y tu pecado será merecidamente recompensado, porque tú crees que no estás condenado. “Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.” “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”
No se imaginen que la elección excusa el pecado (no sueñen con eso) ni se arrullen en la dulce complacencia del pensamiento de su irresponsabilidad. Ustedes son responsables. Debemos proclamar ambas cosas. Debemos aceptar la soberanía divina, y debemos reconocer la responsabilidad humana. Debemos aceptar la elección, pero debemos hablar a sus corazones, debemos proclamar la verdad de Dios ante ustedes; debemos hablarles a ustedes, y recordarles esto, que si bien es cierto que está escrito: “En Mí está tu ayuda;” también está escrito: “Te perdiste, oh Israel.”
VI. Ahora, finalmente, cuáles son las verdaderas y legítimas tendencias de un correcto concepto de la doctrina de la elección. Primero, les diré cómo moverá a los santos la doctrina de la elección bajo la bendición de Dios; y en segundo lugar, qué hará por los pecadores si Dios bendice esa doctrina a favor de ellos.
Primero, yo pienso que para un santo es una de las doctrinas más despojadoras de todo el mundo, para quitar toda la confianza en la carne, y toda seguridad en cualquier otra cosa excepto en Jesucristo. Cuán a menudo nos envolvemos en nuestra justicia propia, y nos adornamos con falsas perlas y las piedras preciosas de nuestras propias obras y logros. Comenzamos a decir: “Ahora voy a ser salvo, porque poseo esta evidencia y la otra.” En vez de eso, solamente la fe desnuda salva. Esa fe, y únicamente ella nos une al Cordero sin tomar en cuenta las obras, aunque la fe produce obras. Cuán a menudo nos recargamos en alguna obra, que no es la de nuestro Amado, o confiamos en algún poder que no es el poder que viene de lo alto. Entonces si queremos despojarnos de este falso poder, debemos considerar la elección.
Haz una pausa, alma mía, y considera esto. Dios te ha amado antes de que tuvieras un ser. Dios te amó cuando estabas muerto en tus delitos y pecados, y envió a Su Hijo para que muriera por ti. Él te compró con Su preciosa sangre antes de que pudieras balbucear Su nombre. ¿Acaso, entonces, puedes estar orgulloso?
Repito, no conozco nada, nada, que sea más humillante para nosotros que esta doctrina de la elección. A veces me he postrado ante ella, mientras trato de comprenderla. He abierto mis alas, y como el águila, me he remontado hacia el sol. Mi ojo ha sido firme, y mi ala vigorosa, durante un tiempo; pero, conforme me acercaba a ella, un pensamiento se adueñaba de mí: “Dios os ha escogido desde el principio para salvación,” y me he perdido en su resplandor, he sentido vértigo ante ese poderoso pensamiento y de esa altura que marea se ha desplomado mi alma, postrada y quebrantada, balbuciendo: “Señor, yo no soy nada, soy menos que nada. ¿Por qué yo? ¿Por qué yo?
Queridos amigos, si quieren ser humillados, estudien la elección, pues los hará humildes bajo la influencia del Espíritu de Dios. Aquel que está orgulloso de su elección no es un elegido; y aquel que es humillado por ella, puede creer que es elegido. Tiene todas las razones para creer que lo es, pues es uno de los efectos más benditos de la elección, que nos ayuda a humillarnos ante Dios.
De nuevo. La elección en el cristiano debe hacerlo muy intrépido y muy osado. Nadie será tan intrépido como aquel que cree que es un elegido de Dios. ¿Qué le importan a él los hombres, si es elegido por su Hacedor? ¿Qué le importan los gorjeos despreciables de algunos gorrioncitos cuando sabe que él es un águila de categoría real? ¿Acaso le importará que el mendigo lo señale, cuando corre por sus venas la sangre real del cielo? Si toda la tierra se levanta en armas, él habita en perfecta paz, pues él está en el lugar secreto del tabernáculo del Todopoderoso. “Yo soy de Dios,” afirma, “yo soy diferente a los demás hombres. Ellos son de una raza inferior. ¿Acaso no soy noble? ¿Acaso no soy uno de los aristócratas del cielo? ¿Acaso no está escrito mi nombre en el libro de Dios?” ¿Le preocupa el mundo? De ninguna manera: como el león que no se preocupa por el ladrido del perro, él sonríe frente a sus enemigos; y cuando estos se le acercan demasiado, se mueve y los hace pedazos. ¿Qué le importan sus enemigos? “Se mueve entre sus adversarios como un gigante; mientras los hombrecillos caminan mirándolo hacia arriba sin entenderlo.”
Su rostro es de hierro, su corazón es de pedernal: ¿qué le importan los hombres? Más aun, si una rechifla universal se levantara desde todo el mundo, él se sonreiría de eso, pues diría:
“El que ha hecho de Dios su refugio,
Encontrará su más segura morada.”
“Soy uno de Sus elegidos. Soy escogido de Dios y estimado; y aunque el mundo me aborrezca, no tengo miedo.” ¡Ah! Ustedes que confiesan la fe pero que están con el mundo, algunos de ustedes son tan flexibles como los sauces. Hay pocos cristianos como robles hoy día, que pueden resistir la tormenta; y les diré por qué. Es porque ustedes mismos no creen que sean elegidos. El hombre que sabe que es elegido, será demasiado orgulloso para pecar; no se humillará para cometer los actos que hace la gente común. El creyente de esta verdad dirá: “¿Que yo comprometa mis principios? ¿Que yo cambie mi doctrina? ¿Que haga a un lado mis puntos de vista? ¿Que esconda lo que creo que es cierto? ¡No! Puesto que yo sé que soy uno de los elegidos de Dios, aun ante los ataque de los hombres voy a decir la verdad de Dios, sin importarme lo que digan los hombres.” Nada puede hacer a un hombre más osado que sentir que es un elegido de Dios. Quien sabe que ha sido elegido de Dios, no temblará ni tendrá miedo.
Más aún, la elección nos hace santos. Nada puede hacer a un cristiano más santo, bajo la influencia llena de gracia del Espíritu Santo, que el pensamiento que él es elegido. “¿Pecaré yo, dice, sabiendo que Dios me ha elegido a mí? ¿Acaso voy a transgredir después de tanto amor? ¿Acaso me apartaré después de tanta misericordia y tierna bondad? No, mi Dios; puesto que Tú me has elegido, yo te amaré; yo viviré para Ti:
“Ya que Tú, mi Dios eterno,
Te has convertido en mi Padre.”
Yo me voy a entregar a Ti para ser tuyo para siempre, por la elección y por la redención, entregándome a Ti, y consagrándome solemnemente a tu servicio.”
Y ahora, por último, para los inconverso. ¿Qué les dice la elección a ustedes? Primero, ustedes, impíos, los voy a excusar por un momento. Hay muchos de ustedes a quienes no les gusta la elección, y yo no puedo culparlos por ello, pues he escuchado a muchos predicadores predicar sobre la elección, que han terminado diciendo: “No tengo ni una sola palabra que decir al pecador.” Ahora, yo digo que ustedes deben sentir desagrado por una predicación así, y yo no los culpo por eso. Pero, yo digo, tengan ánimo, tengan esperanza, oh ustedes pecadores, porque hay una elección. Lejos de desanimarse y perder la esperanza, es una cosa muy alentadora y llena de gozo que haya una elección. ¿Qué pasaría si yo les dijera que nadie puede ser salvo, que nadie está ordenado para vida eterna? ¿Acaso no temblarían, torciendo sus manos con desesperación, diciendo: “entonces, cómo seremos salvos, si no somos elegidos?”
Pero, yo les digo, que hay una multitud de elegidos, incontables. Todo un ejército que ningún mortal puede contar. Por lo tanto ¡ten ánimo, tú pobre pecador! Desecha tu abatimiento. ¿Acaso no puedes tú ser elegido como cualquier otro? Pues hay innumerables muchedumbres de elegidos. ¡Hay gozo y consuelo para ti! Por tanto no sólo te pido que tengas ánimo, sino que vayas y pruebes al Señor. Recuerda que si no fueras elegido, no perderías nada al hacerlo. ¿Qué dijeron los cuatro leprosos? “Vamos pues ahora, y pasémonos al ejército de los sirios; si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos.”
¡Oh, pecador! Ven al trono de la misericordia que elige. Puedes morir en este instante. Ve a Dios; y aun suponiendo que Él te rechazara, suponiendo que con Su mano en alto te ordenara que te vayas (algo imposible) aun así no perderías nada con ir; no estarás más condenado por eso. Además, suponiendo que estás condenado, tendrías por lo menos la satisfacción de alzar tus ojos desde el infierno y decir: “Dios, yo te pedí misericordia y Tú no quisiste dármela; la busqué pero Tú rehusaste otorgarla.” ¡Eso nunca lo dirás, oh pecador! Si tú vinieras a Él y le pidieras, tú vas a recibir lo que pides; ¡porque nunca ha rechazado a nadie! Pero aunque hay un número definido de elegidos, sin embargo es cierto que todos los que buscan, pertenecen a ese número.
Debes ir y buscar; y si sucede que tú resultes ser el primero en ir al infierno, diles a los demonios que pereciste de esa manera; diles a los diablos que tú eres uno rechazado, después de haber venido como un pecador culpable a Jesús. Te digo que eso deshonraría al Eterno (con todo respeto a Su nombre) y Él no permitiría que tal cosa sucediera. Él es muy celoso de Su honor y no podría permitir que un pecador dijera algo como eso.
Pero, ¡ah, pobre alma! No basta con que pienses así, que no vas a perder nada si vienes; hay todavía un pensamiento más: ¿amas la elección el día de hoy? ¿Estás dispuesto a admitir su justicia? Dices: “siento que estoy perdido; lo merezco; si mi hermano es salvo yo no puedo murmurar al respecto. Si Dios me destruye, lo merezco; pero si Él salva a la persona que está sentada junto a mí, Él tiene todo el derecho de hacer lo que le plazca con lo suyo, y yo no he perdido nada por eso.” ¿Puedes decir eso con toda honestidad desde lo profundo de tu corazón? Si es así, entonces la doctrina de la elección ha tenido su efecto correcto en tu espíritu, y tú no estás lejos del reino de Dios. Estás siendo traído donde debes estar, donde el Espíritu quiere que estés; y siendo esto así el día de hoy, puedes irte en paz; Dios ha perdonado tus pecados.
No sentirías así si no hubieras sido perdonado; no sentirías así si el Espíritu de Dios no estuviera haciendo Su obra en ti. Entonces, regocíjate en esto. Deja que tu esperanza descanse en la cruz de Cristo. No pienses en la elección, sino en Jesucristo. Descansa en Jesús: Jesús al inicio, en todo momento, y por toda la eternidad.
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