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lunes, 5 de noviembre de 2007

¡La Cognoscibilidad De Dios!


¡La Cognoscibilidad De Dios!
¿Podemos conocer a Dios?El apóstol Pablo hace una sólida defensa que sólo el Espíritu de Dios conoce las cosas de Dios, pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente (1ª Corintios 2:11,14).Pablo afirma la completa incapacidad del hombre pecador, (hombre natural) para el conocimiento de Dios y el bien natural.El pecado perturba la razón del hombre común, y por eso no puede entender nada acerca de Dios, ni siquiera en sentido análogo.Entre Dios y el hombre natural hay un abismo que no permite que Dios pueda ser conocido por éste.Veamos más al detalle lo que dice Pablo en la misma cita de 1ª Corintios, versículos 7 y 10: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios”.Esa revelación de la sabiduría de Dios por el Espíritu de Dios nos abre el entendimiento a la razón divina para nuestra gloria.La sabiduría divina sólo es obtenida por quien es hecho hijo de Dios; es decir, por el que ha recibido a CRISTO JESÚS como Salvador y Señor de su vida y anda en armonía y obediencia con Él. O sea, por el cristiano maduro, cuya fe esté fundada en el poder de Dios y no en humana sabiduría. (Versículos 5 y 6).Pablo nos enseña: La imposibilidad de conocer a Dios con el entendimiento natural del hombre. La incapacidad de adquirir revelación Divina por la razón humana.Solamente se llega al conocimiento de Dios usando la llave de oro que es CRISTO JESÚS y para ese propósito debemos rendirnos a sus pies con humildad mansedumbre, obediencia, fe y santidad; virtudes que solamente las podemos conseguir por gracia.Nuestra constante reflexión debe ser la enseñada por Jesús en Juan 15:5 que dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.Entendamos con más propiedad, ¿que es esa razón revelada por Dios en el cristiano?Es literalmente lo que supera o está por encima de la razón común del cual se vale el hombre natural y por no tenerla a su disposición tampoco entiende que exista algo superior a su razón; es decir aprecia que por encima de esa razón humana que usa no hay más que la nada absoluta.Dios es infinito y la razón humana en el hombre común es finita; es decir, Dios, debido a la plenitud y potencia de su Ser está por encima de la fuerza comprensiva de una razón finita, en su modo finito de ser. Por tanto, el hombre natural no puede llegar a conocer a Dios, por más esfuerzos que haga, v.gr. el racionalismo teológico que lo juzga todo, incluso la fe y la revelación con arreglo a la medida de la razón puramente humana, no admitiendo nada que rebase sus fronteras (Misterios), y dejando sólo una religión, es decir, en su intento de llegar a Dios por medio del culto; o el racionalismo filosófico, ético, y cualquier otro conocimiento místico de razón y prácticas humanas, sin que esté presente la fe en Cristo Jesús que es el único camino que abre la comunión y el conocimiento de Dios.¿Puede la razón humana alcanzar por sí sola un conocimiento cierto de Dios?Las distintas corrientes del pensamiento humano buscan conocer a Dios y crean su propia teología.El racionalismo y semi-racionalismo sustenta su capacidad cognoscitiva en la sabiduría del hombre natural; a ésta Lutero la llamó “teología racional”, o también, “teología natural”.La teología natural es aquella parte de la metafísica que investiga el ente en su causa última, la cual se encuentra más allá de toda experiencia; objeto de la misma es Dios: su existencia, esencia y operación. La posibilidad de la teología natural como ciencia descansa en que podemos conocer con certeza la existencia de Dios, formular enunciados conceptuales acerca de Él y juzgar el valor de verdad que poseen.Es obvio para toda persona razonable que la ciencia que versa sobre Dios no procura los conocimientos en el mismo sentido que si versara sobre objetos de la experiencia.Los asertos conceptuales acerca de Dios no nos dan un conocimiento enteramente adecuado de su esencia, sino sólo analógico. Dos axiomas gobiernan el juicio de la teología natural: lo que conviene al ente en cuanto tal, conviene también a Dios aunque a su modo (teología afirmativa), y lo que conviene al ente contingente en cuanto contingente, hay que negarlo necesariamente de Dios, (teología negativa).La razón humana tiene su base en la naturaleza del alma considerada como ser espiritual, y por eso está a la vez reducida a las condiciones particulares del espíritu del hombre.La naturaleza del alma explica Pablo en Romanos 7:18 está contaminada por el pecado; dice: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”.Lutero comentando el Salmo Miserere (Salmo 51) dice: “Por eso es muy sabio saber que no somos nada sino pecado, para que no pensemos levemente del pecado como lo hacen los teólogos del Papa, que lo definen como «cualquier cosa que se dice, hace o piensa contra la ley de Dios»”.David define el pecado en base al Salmo 51:5 como cualquier cosa que nace de padre y madre, antes que el hombre tenga edad para decir, hacer o pensar algo.La afirmación de los escolásticos como Santo Tomás de Aquino que defienden la filosofía cristiana de la razón, de que los poderes naturales «están inalterados» es una blasfemia horrible, aunque es aún peor cuando dicen lo mismo de los demonios.Si los poderes naturales están inalterados, ¿qué necesidad hay de Cristo?Si por naturaleza el hombre tiene una buena voluntad; si tiene su razón recta al cual, como dicen, la voluntad puede conformarse por naturaleza; entonces, ¿qué es lo que se perdió en el paraíso con el pecado y qué tenía que ser restaurado sólo por medio del Hijo de Dios?Hoy, sin embargo, los hombres que aparentan ser maestros de teología defienden la tesis de que están inalterados los poderes naturales, o sea, que la voluntad es buena, Aunque la malicia de vez en cuando quiere y piensa algo que no es recto y bueno, atribuyen eso a la malicia de los hombres, no a la voluntad así como es en sí misma.Continúa Lutero: La mente tiene que ser fortificada contra esas opiniones peligrosas, para que no se oscurezca el “conocimiento de la gracia”; este no puede quedarse sano y recto si creemos así acerca de la naturaleza del hombre.Se dice que los poderes naturales en el hombre natural están en extremo corruptos.Lutero explica: Cuando Adán fue creado, poseía una voluntad y entendimiento correctos. Podía oír y ver perfectamente y cuidó por completo las cosas terrenales, con alabanza a Dios y fe en Él. Por medio de la caída su voluntad, su razón y todos sus poderes naturales se corrompieron de tal manera que el hombre ya no estaba íntegro, sino que el pecado lo desvió, perdió su juicio correcto ante Dios y pensó todo perversamente contrario a la voluntad y ley de Dios. Ya no tenía un entendimiento adecuado de Dios, ni amor hacia Él, sino que huyó de Él y lo odiaba suponiendo que no era Dios, es decir, misericordioso y bueno, sino un juez tirano.Pablo hablando sobre la culpabilidad del hombre caído dice en Romanos 1:21 “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”; y en Efesios 4:18 denuncia la vanidad de la mente de los hombres, que teniendo el entendimiento entenebrecido, ajeno de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón.La Biblia nos enseña en 1ª Juan 5:20 que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo.Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. Este es el conocimiento teológico doble que se debe comprender; del hombre y también el de Dios: El hombre debe conocerse a sí mismo, debe saber, sentir y experimentar que es culpable del pecado y que está sujeto a la muerte; pero debe también conocer lo opuesto, que Dios es el que justifica y redime al hombre que se conoce de esta manera.Lutero concluye con su célebre sentencia: “La materia propia de la teología es el hombre culpable y condenado, y Dios, el que justifica y salva al hombre pecador. Todo lo que se pregunte o se discuta en la teología fuera de este asunto es error y veneno”.Lutero afirma como se ve, la completa incapacidad del hombre caído para el conocimiento de Dios y el bien natural. La razón no puede decir nada acerca de Dios ni siquiera en sentido análogo.Distinta es la teología sobrenatural o revelada que proviene de Dios como Salvador; es decir de Cristo Jesús. El objeto de la teología sobrenatural es Dios no tanto como Autor de la naturaleza, sino principalmente como Salvador, su voluntad de salvación y su institución de salvación por medio de la gracia. En esa virtud, Dios le habla al hombre en la revelación, la cual debe justificarse por sí misma.No es posible probar el hecho de la revelación con la razón; pues, como dice Pablo, que nuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, (discernimiento racional), sino en el poder de Dios. (1ª Corintios 2:5). Y este evangelio de Salvación no se aprende de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo, (Gálatas 1:12,12).El conocimiento cierto de Dios llega sólo al creyente que habiendo creído en Cristo Jesús, ha sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, nos dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Dios. (Efesios 1:13, 14,17).Ser creado para la teología revelada por tanto, es sinónimo de pecado y alejamiento de Dios, como lo declara también Lutero, mientras para la concepción escolástica propuesta por Roma el hombre natural no está contaminado con el pecado, es ontológicamente bueno, y Dios lo reconoce también como valioso, y de este modo mantiene la facultad del conocimiento cierto de Dios como de la acción moral conforme a su naturaleza.La Iglesia de Roma nunca podrá admitir los principios espirituales para conocer a Dios que están sustentadas en la Palabra de Dios, expresadas en: El amor de Dios (Juan 3:16). El plan de Dios (Juan 10:10); que el hombre es pecador (Romanos 3:23); que el hombre está separado de Dios (Romanos 6:23); que Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8); que Cristo resucitó de entre los muertos (1ª Corintios 15:3-6); que Cristo Jesús es el único camino a Dios (Juan 14:6); que debemos recibir a Cristo para ser hechos hijos de Dios (Juan 1:12); que recibimos a Cristo mediante la fe (Efesios 2:8,9); al recibir a Cristo experimentamos un nuevo nacimiento (Juan 3:1-8).Podemos conocer a Dios solamente por la fe:“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto aún habla por ella...Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Hebreos 11:4,6.

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