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jueves, 9 de agosto de 2007

Jesús y la Oración



No Nos Metas En Tentación
NO. 1402
Un sermón predicado por Charles Haddon Spurgeon
En el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Londres.
"Y no nos metas en tentación." Mateo 6: 13
Y ahora concluyo con el último encabezamiento: LAS LECCIONES QUE NOS ENSEÑA ESTA PLEGARIA.
Las mencionaré sin mayor elaboración.
La primera lección de la oración: "no nos metas en tentación," es ésta: nunca se jacten de su propia fortaleza. No digan: "oh, yo nunca voy a caer en esas insensateces y pecados. Me podrán probar, pero en mí encontrarán un rival invencible." El que se ciñe las armas no debe alabarse tanto como el que las desciñe. Nunca cedan a un pensamiento de autoestima por la fortaleza propia. No tienen ningún poder que provenga de ustedes; son tan débiles como el agua. El diablo sólo tiene que presionarlos en el lugar preciso y ustedes saltarán de acuerdo a su voluntad. Con solo que una o dos piedras sueltas sean sacudidas, pronto comprobarán que el débil edificio de su propia virtud natural se desplomará de improviso. Nunca inviten a la tentación, jactándose de su propia capacidad.

Lo siguiente es: nunca deseen la prueba. ¿Alguien hace alguna vez eso? Sí; escuché a uno el otro día, que decía que Dios lo había prosperado tanto, durante tantos años, que temía no ser un hijo de Dios, pues había descubierto que los hijos de Dios eran disciplinados, y por tanto, él casi anhelaba experimentar la aflicción. Amado hermano, no desees eso: demasiado pronto caerás en problemas. Si yo fuera un niño y estuviera en mi casa, no creo que le diría a mi hermano, después que recibió unos azotes: "me temo que no soy hijo de mi padre, y dudo que me ame porque no he sido castigado con la vara como tú. Yo deseo que me azote para saber que me ama." No; ningún hijo sería jamás tan estúpido. No debemos desear, por ninguna razón, ser afligidos o probados, sino que debemos orar: "no nos metas en tentación."

El siguiente pensamiento es, no acudir nunca a la tentación. El hombre que ora: "no nos metas en tentación," y luego va a ella, es un mentiroso ante Dios. ¡Cuán hipócrita debe ser un hombre que dice esta oración y luego asiste a presenciar espectáculos indecentes! ¡Cuán falso es aquél que ofrece esta oración y luego se para en el bar y toma licor y habla con hombres depravados y mujeres de vida ligera! "No nos metas en tentación," es una vergonzosa irreverencia si sale de los labios de hombres que asisten a lugares de diversión cuyo tono moral es malo.
"Oh," dirás, "no debería decirnos tales cosas." ¿Por qué no? Algunos de ustedes las hacen, y me atrevo a censurarlas dondequiera que se encuentren, y lo haré mientras mi lengua tenga movimiento. Hay un mundo de hipocresía a nuestro alrededor. La gente va a la iglesia y dice: "No nos metas en tentación," y luego, sabiendo dónde se encuentra la tentación, van derechito a ella. Tú no necesitas pedirle al Señor que no te meta en tentación; Él no tiene nada que ver contigo. Entre el diablo y tú pueden llegar muy lejos, sin necesidad que te burles de Dios con tus oraciones hipócritas.
El hombre que va al pecado voluntariamente con sus ojos bien abiertos, y luego dobla su rodilla, y el domingo en la mañana en la iglesia repite media docena de veces: "No nos metas en tentación,"es un hipócrita sin máscara en su rostro. Que guarde esto en su corazón, y sepa que estoy dirigiendo esto personalmente contra él, y contra todos los hipócritas descarados como él.

La última palabra es que, si piden a Dios que no los meta en tentación, no conduzcan a otros allí. Algunas personas parecen ser singularmente olvidadizas del efecto de su ejemplo, pues hacen cosas malas en presencia de sus hijos, y de quienes les tienen consideración. Ahora, yo les ruego que piensen que mediante el mal ejemplo, destruyen a otros y se destruyen ustedes mismos. No hagas nada, mi querido hermano, de lo cual tengas que avergonzarte, o que no quisieras que otros copien de ti. Haz el bien en todo momento, y no permitas que Satanás te convierta en una "zarpa de fiera" para destruir las almas de los demás: ora con sinceridad, "No nos metas en tentación;" y no conduzcas a tus hijos allí.
Si ellos están invitados durante la estación festiva a tal y tal fiesta familiar, donde habrá de todo, excepto aquello que los lleve a su crecimiento espiritual o simplemente a practicar una buena conducta: no les des permiso de ir. En esto debes ser intransigente. Debes ser firme al respecto. Habiendo orado una vez:"No nos metas en tentación," no le hagas al hipócrita permitiendo que tus hijos vayan a la tentación.
Dios bendiga estas palabras para nosotros. Que se graben profundamente en nuestras almas, y si alguien siente que ha pecado, oh, que pueda pedir ahora perdón por medio de la sangre preciosa de Cristo, y que lo encuentre por la fe en Él. Cuando hayan obtenido misericordia, que su siguiente deseo sea que puedan ser guardados en el futuro del pecado que han cometido antes, y por tanto, que su oración sea: "No nos metas en tentación." Que Dios los bendiga.
Porción de la Escritura leída antes del sermón: Mateo 6: 1-24.
Nota del traductor: este sermón no muestra la fecha específica de su predicación.

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